El 3 de febrero, en cinco distritos
lejanos en el país se lanzó el programa Sierra Azul. Los distritos de
Ticlacayán y Puños, fueron los elegidos en las regiones vecinas de Pasco y
Huánuco respectivamente. Está en marcha un importantísimo proyecto para enfrentar
el cambio climático, cuya consecuencia son las fuertes sequías y las intensas
lluvias breves. Con millonaria inversión, se pretende sembrar agua para
cosecharla en épocas de escases. ¿Cómo se hace eso?, con la forestación, zanjas
de infiltración, represas, etc. No obstante, la forestación avanzó, pero ¿perjudicialmente?
La destrucción de nuestras tierra a raíz de los eucaliptos - Foto: YR |
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Por Yonel Rosales
Cuando la señora Rosa volvió a Puños
después de 20 años, lo primero que la impresionó fue el verdor de los
eucaliptos a pesar del estío. Miles de plantaciones, en algunos prados
bosquecillos de eucaliptos, en otros, a cambio de los acostumbrados cultivos de
tubérculos o cereales, más árboles. Las poblaciones de zonas rurales, algunas
veces con iniciativas del Estado o por motivación propia (inversión); por una u
otra razón, avanzaron con la forestación. La mayoría de las plantaciones son
eucaliptos, a cálculo mío, el 95%; solo el 5% se distribuye entre pinos,
cipreses, quinuales, entre otros.
Pocos plantaron árboles de forma
consciente para hacer frente al cambio climático. Sobra ejemplos, está mi amigo
Rubén Caqui contento de sus 14 mil eucaliptos y unos cuantos de pino, el vecino
Niger; entre ellos el finado Zenobio, quienes ven en los árboles una inversión
a largo plazo. Mi abuelo Chinuco solía decir, “es para mi vejez”, al afanarse
en la carga de sus plantones a lugares
distantes. Ahora son maduros eucaliptos, listos para combustible o tablas; de
las tablas hacemos muebles. Quienes avanzaron en la forestación mucho antes que
Sierra Azul, hicieron una inversión con el propósito de obtener ganancias, sea
para leña o carpintería. En el mismo sentido, los migrantes que salieron de sus
pueblos a las ciudades, tras abandonar sus chacras, algunos retornaron para
sembrar eucaliptos en donde antes producían ricas papas. Las tierras fértiles
para alimentos, ahora albergan eucaliptos.
Sin embargo, usted podrá encontrar
amplia información en la red, que el eucalipto destruye la tierra, la vuelve
eriaza, improductiva, además de consumir excesiva agua. Organizaciones reconocidas
como Greenpeace, ya solicitaron eliminar estas plantaciones. En resumen, en las
tierras del ande, ¿avanzamos con la forestación pero haciendo inservibles
nuestras tierras? Escuché decir al agrónomo Lorenzo Contreras, que en el país
de origen, Australia, al eucalipto se combate con herbicidas. Debe ser grave
como para llegar a esos extremos. El jefe de Estudios de Sierra Azul, Carlos
Cano Cordero, igualmente me confirmó en el mismo sentido en el lanzamiento. No
obstante, tenemos pueblos que se sienten orgullosos de sus plantaciones
destructivas. Al distrito de Huariaca, también la conocen como la tierra de los
eucaliptos. Si los estudios demuestran lo dañino que son, ¿por qué persistimos
en el error de forestar nuestras tierras fértiles con eucaliptos?
Si bien es cierto que Sierra Azul,
además del interés superior de hacer frente al cambio climático, también es una
apuesta interesada del gobierno central por cautelar el agua que ellos
consumen, como del río Rimac o trasvases desde Huayllay, para dar de beber a la
desértica de Lima. Aguas que se gestan en los andes para grandes ciudades
costeras, para riego como para potabilizarlo. Cuando entrevisté a Carlos Cano,
me aseguró que Sierra Azul, propiciará la forestación con especies nativas,
quinuales, alisos, colles, sauco o pinos. Árboles que no destruyen las tierras,
por lo contrario la abonan, retienen el agua. Apuesta muy positiva para
revertir lo que erradamente el propio Estado propició con los eucaliptos. Empero,
¿qué hacemos con los millones de eucaliptos madurando, reproduciéndose y
plantándose más, por hombres del campo que inconscientemente propician la
destrucción de sus tierras?
Casi como punto aparte. En las
fiestas carnavalescas, los árboles nativos, como el quinual, son los favoritos
para las yunzas, por sus ramas frondosas y extendidas, lo que pocas veces
ofrece un eucalipto enhiesto. Al recorrer la calles de Huánuco, veía yunzas de
verdosos árboles, ningunos eran eucaliptos. Gentes de ciudades reunidas para
beber, bailar al derredor, celebrando la doble tumbada y muerte de un árbol. ¿Cuántos
de estos bailantes de las urbes habrán plantado un árbol, en esta época, en el
que faltan pocos meses para sentir la pegada de la sequía después de las
inundaciones? ¿Qué hacemos Sierra Azul, con estas gentes que no ponen su cuota
en la lucha contra el cambio climático?
A modo de sentirse bien con la
conciencia, el otro domingo, sembré mis primeros 42 pinos, ¿y tú cuantos
árboles vas matando o sembrando?