“La prioridad de la inversión pública también
debe ser el medio ambiente”
Papas negras, maíces gringos,
animales mordiendo campos pelados, ¿animales raspando la olla?, diremos en
nuestro diálogo. Esa es la triste decadencia de nuestro esplendoroso verdor de
la serranía con las sequías y heladas que no hay cuándo acaben. Las sequías
hacen que florezca el polvo y desaparezca los pastos para los animales; las
heladas, cual toque de la muerte, convierte las bellas papas florecientes en
papas negras, y los choclos que iban a ser, terminan a medio crecer con las
hojas amarillas, como si de la noche a la mañana hubiesen madurado a maíz
gringo sin fruto.
Heladas y cequías en temporada de lluvias hacen suponer que se viene lo peor - Foto: YR |
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“El invierno se acerca”, es el lema de la casa Stark, que repiten los habitantes del Norte en la espectacular serie Juego de Tronos, que cada que puedo veo medio o un capítulo. Los Stark repiten “el invierno se acerca”, cual mal presagio, anuncian la desgracia que está a la vuelta de la esquina. Ante las sequías en el país, sobretodo en la serranía, donde en la boca de sus habitantes ya se hace común decir, “ya parecemos la costa”; digamos que el infierno se acerca, si acaso, ya llegó. No hablemos del infierno de la biblia o del dios, que una gran mayoría usa como temor, culpa y pedir un perdón hipócrita cuantas veces hace el mal, hablemos del propio y original infierno que estamos finalizando su elaboración.
“El invierno se acerca”, es el lema de la casa Stark, que repiten los habitantes del Norte en la espectacular serie Juego de Tronos, que cada que puedo veo medio o un capítulo. Los Stark repiten “el invierno se acerca”, cual mal presagio, anuncian la desgracia que está a la vuelta de la esquina. Ante las sequías en el país, sobretodo en la serranía, donde en la boca de sus habitantes ya se hace común decir, “ya parecemos la costa”; digamos que el infierno se acerca, si acaso, ya llegó. No hablemos del infierno de la biblia o del dios, que una gran mayoría usa como temor, culpa y pedir un perdón hipócrita cuantas veces hace el mal, hablemos del propio y original infierno que estamos finalizando su elaboración.
En la sociedad, casi todo se rompe
por el lado más débil, la justicia se envalentona con los que no pueden
defenderse. Un ladrón de celular termina pronto en la cárcel, en cambio un
corrupto igual de ladrón tiene un reconocido abogado que lo defiende. Esta
forma de convivencia se vive también en la naturaleza. Nuestra madre tierra
también es injusta. Las sequías, heladas a quienes más perjudica son a los que
menos tenemos. Miles de varones y mujeres del campo, dedicados a la agricultura
o ganadería son los que más pierden con los efectos del cambio climático,
muchos de estos miles apenas siembran para su consumo. Los sembríos en pleno florecimiento
o capullos, se pierden, no habrá qué comer en los años siguientes. La tierra los
condena a seguir sumidos en la pobreza. Otra vez la pita se rompe por el lado
más débil. Los campesinos de pequeñas parcelas son los más cuidadosos con la
naturaleza, sin embargo esta misma naturaleza se ensaña con ellos, cuando lo
justo sería que carguen las consecuencias de sus actos los grandes países
industrializados que emanan incontables volúmenes de CO2. Pese a estos
padecimientos, los responsables del cambio climático siguen frescos, como si
nada pasara.
Leerás esta columna, terminaré de
escribirlo y todos volveremos a nuestra cotidianeidad, como si nada pasara.
Quizás por ahí surja algún minúsculo lamento, pero quedará en el pesar por lo
ajeno. Mientras tanto las sequías se sienten fuertes en los campos, con los lagos,
lagunas y ríos desapareciéndolos. Los ríos caudalosos que de niño temía, ahora
parecen mansos riachuelos en despedida, pierden su temible bravura en su andar.
Claro que no te importa; como hace unas semanas vi en las redes sociales, estás
concentrado en tu smartphone, rumbo al abismo, divirtiéndote con la revolución
de las tecnologías de la comunicación mientras el infierno se acerca, si acaso,
ya llegó.
Oye limeñino, costeñito, habitantes
de las grandes urbes desérticas que beben gracias a las aguas que en las
sierras altoandinas se producen, preocúpate. Aún inviertan y construyan
modernos ductos de agua para llevarse de nuestros lagos, no tendrán qué beber
cuando las fuentes del líquido elemento se sequen. Quizás va siendo tarde para
que las prioridades de la inversión pública se cambien. Estas establecen como
prioritario educación, salud, nutrición, saneamiento; empero qué salud o
nutrición podemos perseguir si no vamos
a tener agua. La conservación del medio ambiente debe ser prioridad y no
complementario como lo establece la normatividad de la inversión pública.
Debemos apostar por buscar soluciones, arborización dicen, represas dicen,
canales de riego dicen; ¿para qué regar los cultivos si con el agua quema mejor
la helada?, busquemos alternativas. Sin embargo, estamos empeñados en construir
nuestra prosperidad, en nombre del desarrollo desaparecemos lagunas, talamos
miles de hectáreas de bosques. Es el progreso dicen, hacemos huelgas por más
aumento de sueldos para el consumismo que nos carcome. Nunca es suficiente,
pese a que el infierno se acerca, si acaso, ya llegó.
Tendrías que vivir acá, tendrías
que sentir lo que sufren los pobres animales, que no tienen vela en este
entierro, arte ni parte del problema que construyó el humano, no obstante son
los que más sufren al insistir comer en campos sin pasto. No crean que yéndonos
a las ciudades estamos salvados, algo me dice que será peor ahí. Al final nadie
huirá del calentamiento global. Como dice esta frase, “Cuando hayas cortado el
último árbol, contaminado el último río y pescado el último pez, te darás
cuenta de que el dinero no se puede comer”, comprenderás que el infierno se
acerca, si acaso, ya inició.