Hay de todo, como en todas las disciplinas, ociosos o esforzados. Pero
este es para destacar la dedicada labor
de una docente líder de la Institución Educativa de nivel inicial N° 150 de
Matacancha, Elizabeth Iparraguirre, que como otros profesores comprometidos, a
la vista hace notar la diferencia de los
comunes.
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Por Yonel Rosales
Cuando los incipientes rayos del
sol tratan de romper el hielo y entibiar las escarchas de la helada de la noche
del frígido Centro Poblado de Matacancha, del distrito de Miraflores. Un pueblito de nombre temerario para
cualquier occidentalizado que olvidó el otro idioma oficial de la nación que
predomina por estas tierras, y ni se imagina el origen de esta
denominación. Mientras subo la cuesta, de paso por la puerta de la I.E.I. N°
150 – Matacancha, una carismática señora con ropa sport nota la presencia de un
foráneo y pregunta quién soy, y orgullosa, me invita pasar a su plantel. Los vivos colores y el orden saltan a la
vista.
Capacidad de liderazgo evidencia resultados - Foto: Yonel Rosales |
Una vez dentro, los inocentes niños
hacen la gana, gana para ser el primero en darme la mano del saludo. Una madre
vestida con manta, falda y un sombrero se asoma del comedor – cocina a la par
del bullicio in crescendo. La orgullosa señora que me invitó pasar al bello
jardín, se presenta y me dice que es la
directora, profesora, portera, cuidadora, gestora, secretaria, líder y todo
cuanto hay que hacer, Elizabeth Iparraguirre Lozano.
Un jardincito bien implementado entre la chacra y los animalitos - Foto: YR |
Hace quince años que la maestra
Elizabeth está a cargo de este plantel. Una vez presentada, cual uno de sus
niños inquietos que quiere lucirse con su “jueguete” nuevo, empieza a contarme
su historia. Llegó a Matacorral – Matacancha, como por una decisión arbitraria
de Dios, lo quiso así. De eso están seguros los padres, creídos y agradecidos.
Enamorada de un pata amarilla se vino de Lima, e iba adjudicarse en la
provincia de Leoncio Prado, pero por una decisión arbitraria de la vida, su
pareja partió a la estancia desconocida. Abrumada
por el sepelio, no logró tomar posesión de su puesto, por lo que la mandaron a
un recóndito de Huamalíes.
Esta sería la institución mejor implementada de su categoría - Foto: YR |
Pequeño pero acogedor y colorido - Foto: YR |
“Qué será de mi jardincito cuando
me vaya”, dice con nostalgia, la maestra que ya busca partir a otra ciudad para
estar más cerca de su familia. Lo afirma con razón, porque no cualquiera logra
mantener el orden y la limpieza de toda una institución con chiquitines
traviesos. Cualquier secretaria envidiaría el orden de la dirección. Orden
que ni en el bolsillo de mi mochila impongo. Ante la falta de incentivos,
el poco reconocimiento a hechos ejemplares porque para una resolución de
felicitación debes ser el patero, Huamalíes
estaría dejar partir a un buen elemento. Para la mejora de la educación
necesitamos de estos maestros de vocación.
Articulación con padres de familia hace posible buena gestión - Foto: YR |