Retador, ese es el gobierno del
ejecutivo y el Congreso de la República. Si habría que resumir los seis
meses de Dina Boluarte en un par de palabras sería muerte y cinismo. Para el
parlamento complicidad y cinismo. Los analistas dicen que tanto Dina como el
Congreso se necesitan por supervivencia. No solo es el concubinato de
fiscalizada y fiscalizador, es tolerable siempre que mejoren o, al menos, no
empeoren lo avanzado. Pero tenemos un cogobierno provocador, como si todo lo
hicieran al jode. Siempre nos pechan, nos hacen pica, mientras el soberano,
cual pobres desposeídos, masticamos la rabia y pasamos. ¿Cuál es el punto en
común para dejar de aguantar este dolor de muelas?
No es usurpadora, es una traidora que gobierna con la derecha y para la derecha que ella aborrecía antes de ser presidenta - Fotos: Internet |
Por Yonel Rosales
Todas las encuestadoras coinciden
que la gente rechaza el gobierno de Dina y el congreso. La más reciente del IEP
– La República, dice que el 79% desaprueba a Boluarte, solo 15% la aprueba.
Mientras que el rechazo al congreso es casi unánime, el 90% no lo quiere ver ni
en pintura. Apenas un 4% le respalda, o sea, la familia y comechados. A poco
más de seis meses del nuevo gobierno, no es que el de Castillo haya sido digno,
fue más de lo mismo pese a la promesa de cambio. El pueblo confirma por lo
único que fustigaban al profesor es porque ellos querían ser dueños de la torta
y no soportaban compartirla con el rival lo que por derecho, ellos creen, les
pertenece.
Tomaron el Tribunal Constitucional
para validar lo que les venga en gana. No es que antes haya sido distinto, pero
había cierto disimulo. Tomaron la Sunedu para seguir lucrando con la estafa de educación
superior. ¿Quién podría ser el loco de oponerse a que solo la educación de
calidad puede garantizar el desarrollo del país?, bueno, este congreso, por eso
desarman lo poquito que se avanzó. Tomaron la Defensoría del Pueblo, van por la
Junta Nacional de Justicia y tienen en la mira al árbitro del partido, es decir
a los organismos electorales. Imagínese que los perdedores nombren a su
árbitro que les haga ganar, eso está por hacer este congreso. Tenemos la
infinidad de gollerías. Mientras no hay cama en los hospitales, los
congresistas compran alfombras de lujo. Mientras no hay carreteras o están en
abandono, los congresistas y los altos ejecutivos se compran carros de lujo. Mientras
los profesores, médicos, enfermeros o trabajadores administrativos del Estado
tienen míseros sueldos, ellos se reparten bonos de 10 mil soles, sumando millones
de soles en derroche. Que hagan lo que quieran con su plata, pero estos
miserables despilfarran la plata de todos. Lo malgastan en sus lujos y
vanidades. Mientras no hay pizarras o colegios en muchos pueblos, el
congreso se da el lujo de mandar dibujar un cuadro de la calabaza y racista
Malcricarmen. Todo con la venia y reciprocidad de la presidenta Dina.
¿Quién prometió acabar con estas
gollerías?, exacto, Castillo. Pese a que el expresidente
demostró con creces que no solo no hizo nada, sino que se sumó y fue parte de
toda esta miseria, todavía hay gente defendiéndolo y hasta pidiendo que sea
repuesto. Creo ahí yace el quiebre y consecuentemente la falta de unidad en un
punto común.
Para que la gente accione su
rechazo y no quede solo en encuestas, falta construir un punto común. Pasa por ceder,
sacarse las anteojeras y aceptar la verdad o la realidad. Por un lado,
tenemos a las viudas de Pedro Castillo anunciando luchas por reponerlo, negando
que el profesor se pareció tanto a Fujimori al intentar el golpe de Estado.
Sus defensores buscan leguleyadas o tonterías, como que no fue bien vacado, que
le faltaban votos, que fue amenazado de muerte, etc. Todo se cae cuando nos
remitimos al artículo 46 de la Constitución, “Nadie debe obediencia a un
gobierno usurpador…” Castillo perdió sus derechos de presidente cuando terminó
de leer ese papel y nadie le hizo caso. Otra sería la historia si los
militares le obedecían.
Las viudas de Castillo y otro
sector llaman usurpadora a Dina, para coincidir en un punto común, se debe
aceptar que la vicepresidenta asumió constitucionalmente. Le correspondía por
norma. No hay usurpadora, lo que tenemos es una traidora a su causa y
gobierna en contra de los intereses del país. Una mujer cínica y manchada
las manos. También pasa por dejar en pausa lo de la nueva constitución, aquí
entra cierta izquierda que todavía cree que los problemas del país, como con
varita mágica, se solucionarán con una nueva carta magna. Ese proceso abierto a
discusión debe ser para otro momento. Ahora estamos en construir un punto
común que una a gentes honestas, de izquierda, derecha o centro. Que una al
pueblo que vive con austeridad, y rabia por el derroche que hacen con nuestra
plata.
Ese punto común podría ser justicia
para los asesinados en las manifestaciones en contra de este régimen. Otro
punto es acabar con las gollerías del congreso, los altos funcionarios del
Estado, hacer frente a la corrupción. Instalar una etapa de austeridad y si se dan
gollerías que sea para el país. Todo pasa por un adelanto de elecciones. Creo las personas
de bien, la gente honesta estará de acuerdo con esta agenda unitaria. Pero si a
eso le sumamos reponer a Castillo, nueva constitución u otros pedidos discordantes,
las manifestaciones que se anuncian para julio estarán destinados al fracaso.
Por último, necesitamos que las manifestaciones
tengan voz, representación en el Congreso. Es de necios echar a todos los
congresistas o a todos los políticos al mismo saco. Tenemos que saber escoger el
trigo de la paja. Es inaceptable que luchadores siempre identificados con
el pueblo sean botados, vapuleados en las manifestaciones, cuando son esos
líderes quienes le hacen frente a lo nefasto. La voz de una congresista
luchadora no tiene el mismo peso frente a los sinvergüenzas que la cercan luego
que fue abucheada por los manifestantes a quienes fue a solidarizarse. El
pueblo debería respaldar, incentivar los comportamientos decentes de los
políticos o congresistas de izquierda o de derecha, que sí los hay, aunque sean
contaditos con las manos. Los dirigentes que actuaron con ese radicalismo inconducente
deberían hacer una autocrítica dura de sus resultados. De lo contrario
tendremos que seguir soportando el dolor de muelas. Aguantar que nos digan: vayan
a comer alfalfa como los animales, mientras los congresistas comemos comida
de primera con la plata de todos. Nos
seguirán pechando: bótennos pues, a ver si pueden.