Perú Libre y el presidente Pedro Castillo, en la campaña electoral, se empeñaron en denunciar los famosos sueldos dorados. Sueldos dorados y gollerías, habría que subrayar. Pero la queja con envidia puede resultar en el olvido una vez que te toca a ti. Esto es evidente con las recientes declaraciones de la congresista María Agüero, de la bancada del partido de gobierno, negándose a bajarse el sueldo porque no le alcanza, después de una intensa cruzada con esa bandera. Obviamente lo ideal no sería bajarles el sueldo a cierto sector con ojeriza, lo perfecto es que nos suban el sueldo a todos los rezagados, en proporción de los altos funcionarios, acompañado con alguito de los privilegios gozan.
Las primeras señales indican que ya se acostumbraron a los sueldos dorados que antes denunciaban - Captura: BBC y La República
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Por Yonel Rosales
¿Qué hay tras la denuncia de los sueldos dorados?, puedo equivocarme,
pero este reclamo encarna un ánimo de envidia y venganza, acompasada de
justicia: “¿Por qué tanto él y nosotros tan poco?” Bajar los
sueldos a los ministros o congresistas no solucionaría los problemas del país,
más es una promesa nimia que toca ciertos hilos sensibles en una sociedad
aquejada por la desigualdad.
Mientras el presidente Castillo,
todavía no tomó ninguna acción, y sigue en modo candidato criticando los sueldos
dorados como en su reciente viaje al exterior; su bancada, presentó un proyecto
de ley en contra de los tremendos salarios. Más parece una jugarreta para luego decir: nosotros quisimos, pero los
otros congresistas no aprobaron la ley. Pues comparado con una promesa similar
de Alan García, el primer día de su gobierno, el 28 de julio del 2006 cumplía
con lo prometido. Reduciendo sueldos de ministros, congresistas y otros
funcionarios. Hasta que el 2014, Ollanta Humala les duplicó los salarios.
Los decisores en el Estado, los altos funcionarios tendrían que haber
apostado por mejorar el sueldo de todos. En cambio, sanchopancescamente,
siempre privilegiaron la prosperidad de lo suyo, norman y disponen de la caja
que ellos administran. Imagínense que
ustedes puedan decidir cuánto van a ganar. Qué lindo ¿no? Ahí el detalle,
aprovecharse del poder, para priorizar lo suyo en desmedro de las mayorías. ¿Cómo
podríamos justificar la tremenda desigualdad entre el sueldo de un profesor de
dos mil soles y el ministro de Educación con 30 mil soles? Si tomáramos en
cuenta sus gratificaciones y otras gollerías la diferencia es mayor. La potestad de decidir cuánto van a
ganar los “altos funcionarios” no pasa
por una capacidad organizativa ni por sus resultados, como sucede con un sindicado que tiene que hacer huelga en pos de un
mísero aumento, solo depende de su cercanía al poder para disponer de esos
recursos legales y económicos.
Hay personas que enfocan su crítica
en los sueldos de los congresistas, pero siempre he dicho, al menos a ellos los
elegimos, somos los responsables de su capacidad o incapacidad, de su honestidad
o desfachatez. En cambio, a los ministros, muchos de ellos sin mayor mérito,
como sucede con varios ministros de Pedro Castillo, son designados a dedo. No pasaron ninguna evaluación significativa
más que la confianza. Estos ministros, designarán otros altos funcionarios, con
el mismo criterio.
Si los 30 mil soles de sueldo de
los ministros les parecen enorme, vean los 46 mil del presidente del Poder
Judicial, los 42 mil soles mensuales de los jueces supremos. Varios de ellos
involucrados en indignantes casos de corrupción. Esto se trae abajo esa justificación que repiten: los funcionarios son
corruptos porque ganan poco. Pasó con el aumento de sueldos de los policías,
mientras la corrupción no retrocede. Más evidente todavía con varios ministros
investigados por ladrones o sentenciados y prófugos.
Le siguen los sueldos dorados en el BCR de 41 mil soles, la SBS de 38 mil o del TC con 35 mil, Contraloría, JNE, etc. Después de todos ellos, recién, viene el de los congresistas de a 15 mil soles, que resultan implicados en lobis y chanchullos como los detestados parlamentarios. No solo son altos sueldos, gozan de gollerías como catorce sueldos al año, que son gratificaciones y no simples aguinaldos como los otros trabajadores estatales, refrigerios, vestimenta, bonos de productividad como del actual contralor, vehículo oficial y chofer, muchas veces utilizado para fines particulares, seguros privados de alto costo mientras los pobres mortales tienen que luchar por una cita en EsSalud o en el Minsa, carísimos viáticos de 380 soles por día y 40 para los otros. ¿Cuál es la diferencia entre lo que come un ministro y un simple mortal? Quitarles estas gollerías les haría pisar el país de la realidad y quizás se comprometerían en mejorarlo.