¿Qué es el cambio?, mejor aún, ¿qué
es el gran cambio? La perorata “pronto llegará el gran cambio…” lo hemos escuchado
repetidas veces durante la campaña electoral del 2018. De los
tantos que te hincharon los oídos con el bendito cambio, alguno de ellos ahora
mismo te gobierna como alcalde o gobernador. ¿Qué tal el cambio, a qué sabe
el mentado cambio? O ya caes más pronto que otras veces en la aburrida rutina
de lo mismo, después de ver desfilar las nuevas caras con prácticas similares
de los que se fueron.
¿A escasos cien días, si acaso ya nos pasamos ya, qué cambios destacas? - Foto: Diario Siglo, GRH, Facebook |
Lee más: NUESTROS PROPIOS DEMONIOS
Por Yonel Rosales
Lo clásico del gran cambio son las nuevas gentes en los distintos cargos.
Pocos se salvan de ser expectorados, los nombrados y algunos contratados
con alta dosis de ubicaína, o disfraces camaleónicos, que cuando las papas
quemaban en la campaña electoral estuvieron en el bando del ganador; el resto,
pa fuera. A reglón seguido se vienen algunos gestos políticos o medidas que
harán notar que en realidad hay un cambio expectante, tanto así, los más ilusos,
generalmente sus seguidores, terminan por convencerse que el Mesías llegó a sus
tierras. Esta breve ilusión cada vez es más fugaz, y el encanto dura tanto como
la eyaculación precoz.
Ya el populacho califica como la gran obra de Acción Popular, a la cabeza
de Ricardo Tello, en Llata la guerra contra los ambulantes. Que ni es
tanta, en relación a otras localidades. Conformó un cuerpo de élite contra los
modestos vendedores, todo indica que es desproporcionado a la realidad.
Suponemos que esa es la prioridad número uno para el alcalde y sus regidores,
pésima decisión, viniendo de un alcalde que no ganó por él. Me imagino cómo
crece el cariño a la autoridad.
No muy lejos, en Chavinillo. Wilfredo Cecilio, tuvo un interesante jale, Adolfo Victorio,
el exgerente de la Municipalidad de Huamalíes, buen técnico con calidad de
muñeca política, solo que habría que ver sus resultados. Esto se crispa cuando
se tiene denuncias que lindan con la deshonestidad. Lo más llamativo del cambio, notable a cualquier observador, es la
apuesta por el manejo de la basura, puso tachos en sus calles que antes no tenían,
aunque estos no sean prácticos y preventivos a los riesgos. El plástico no
resiste el desquite del borracho.
En la capital de región, más que
ilusiones por el gran cambio, no escasearon las denuncias y escándalos. Los
acción populistas, por un lado, Juan Alvarado, emprendió el cambio del logo del
Gobierno Regional de Huánuco y ratificar su confianza a la hija. Locky
Villavicencio, rodeado de denuncias por sus regidores, y con las expectativas
quemándose antes de tiempo.
A escasos cien días de gobierno de
las nuevas autoridades, así nos vamos acostumbrando a la promesa del cambio. Al final, nuestras ambiciosas expectativas,
que creo esa es la raíz de nuestras frustraciones, ambiciosas expectativas
cebadas con las falsas promesas de los entonces candidatos, terminan por
convertirse en la aburrida costumbre y luego la rutina, esta, matizada con
la falta de iniciativa política de las autoridades, hasta que ¡por fin! acaba
el periodo de gobierno. Ya no lo soportábamos.