¿Quién no tiene sus propios
demonios? Todos lo tienen. Estos son más
grandes de acuerdo a la cima al que llega el dueño del demonio o por la
monstruosidad de este. También se diferenciarían por el control del demonio, lo
atas o te ata, eres su cautivo. Es el caso de Jonhy Lescano, pese a ser uno
de los contados congresistas que se merecen el respeto y el aplauso del pueblo,
ahora es quien se recibe el repudio con la denuncia de acoso. Es horrible que
no haya aprendido de las lecciones a quienes fustiga por corruptos, mentirosos,
estafadores, etc. En todo caso, demuestra lo humano que somos, sujetos a las
leyes que nos caen con todo su peso.
Qué tal propuesta para ser un hombre serio y qué feo echarle la culpa al huachi o al vendedor de la esquina - Foto: Exitosa |
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Por Yonel Rosales
Lescano es casi un héroe para miles
de peruanos, así como para este columnista. ¿Quién no se ha sentido representado por él?, ¿cuántos habremos querido
vociferar con toda la ira e indignación las injusticias que él denuncia, como
ahora último con el sistema de AFP y ONP? Miles, miles de simples mortales.
Pero solo es casi un héroe, que ahora patina en el fango del cinismo y escases de
autocrítica. Comete los mismo ¿errores? Desvergonzados de los fujiapristas. Extraña
que los años de experiencia, el olfato político no le haya funcionado al
veterano parlamentario, con justicia, reelecto cuatro veces.
La denuncia de acoso, que parece inducido, como lo decimos en la sierra,
porque “le dieron boca” a la periodista, vino como con una campaña de intriga,
propio de las estrategias de publicidad que utilizamos los comunicadores, en el
que obviamente sabemos de qué se trata pero el público ni idea. Tras el
presunto acoso, se disculpó con la víctima, la relación amical continuó, al
parecer sin que se repita el acoso, al menos no se revelaron otros chats. Este tipo
de diálogo se da en confianza, si no le gusta tu afirmación, te disculpas y
superas la agresión, si la presunta víctima considera insuficiente, te denuncia
rechazando tu justificación. En cambio es sospechoso que tras aceptar las disculpas
y continuar la relación con normalidad, se denuncie meses después. Ya parece chantaje o frustración, porque el
congresista no haya metido la pata más al fondo, como lo habrían querido.
El peso le cae con todo al
denunciado. Desde su propuesta delictuosa hasta su reacción pésima, digna de
Becerril o Mamani. Al no asumir la
responsabilidad y no repetir las disculpas públicamente con hidalguía, y optar por
echarle la culpa a terceros, (tu whattsapp no se lo das al vendedor de la
esquina, como quiso hacer ver) o apelar a conspiraciones, queda como un
sinvergüenza. La actitud, que parecía patente de las yesenias, ahora se refleja
en el parlamentario imitable. ¿A dónde terminaremos por encausar los que lo
teníamos como un modelo?, ¿qué consecuencias trae la caída del casi héroe en
las multitudes? Terminamos por echarlos a todos en el mismo saco, a la espera
que otro de la talla, hasta que a este se le escapen los demonios. Todos los
tenemos. Es en estas circunstancias que llegamos a conocer si nuestros demonios
nos dominan, claramente Lescano está dominado.