Este no es un episodio más de tu telellorona “Lo
que callamos las mujeres” de Televisa aunque parezca XD, sino, una
publicación de algunos temas que callamos los periodistas, no por voluntad
propia, sino por falta de más elementos y evitarnos procesos en contra. Se tiene la certeza, pero no siempre es
fácil publicar la verdad, en todo caso, esta opinión es sobre casos archivados
por esta redacción, que sin mencionar nombres, ni apellidos ni institución,
quedará libre al viento, solo para hacer saber, que sí estábamos enterados.
El muro de la muerte, algunas fotos del seguimiento que hacíamos otros casos más graves de nuestro pata, pero que lo archivamos por falta de tiempo - Foto: Yonel Rosales |
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Por Yonel Rosales
Hace un par de semanas me topé con
el amigazo, ahora exautoridad. Tan chico es el mundo, ¡caracho! Debo suponer
que el ahora contratista, iba a hacer lobies para su empresa; es lo clásico de
las ex-autoridades de hoy. Terminan sus periodos de alcalde y son prósperos
empresarios, consultores. No encuentro otra explicación a la presencia del
susodicho en una provincia lejana a Huamalíes, en la municipalidad de un
distrito, que al parecer no guarda vínculos. Quizás me equivoque. Entre otras,
aparte de tratar de hacer las pases y su soterrada amenaza, me acusó que yo le acusé de corrupto,
ladrón; nunca le dije tal cosa, pero indicios sobran de su carestía de
honestidad, acotadas con denuncias fiscales.
ESPERANDO LOS MENSAJES WHATSAPP
Una guapa señora se contactó con Desde
la Torre, necesitaba reunirse conmigo. No le hice caso. Hasta que volvió a la
carga. Tras adoptar medidas de previsión, como dejar una nota de aviso programada en mi página por si las
moscas, acudí a la cita. Era nada
menos que la exjefa de logística de una conocida municipalidad, venía a
revelarme las mañanas del alcalde de ese entonces. De cómo compraron computadoras
mediante la pareja de un gerente, además trabajadora de la comuna que resultó proveedora.
Cómo ya se ejecutaba la obra, cuando recién estaba en proceso de licitación. Lo más vergonzoso, en todo estaba metido
hasta las narices la entrecomillada “autoridad”. Lo que decía tenía
sustento, pues estaba registrado en los mensajes de WhatsApp que recibía del
jefe, dándole órdenes de cómo direccionar los concursos y quién debía ganar.
Ante tanta irregularidad que la ponía en riesgo, pudo ser denunciada, renunció.
Quedamos en el compromiso que recuperaría el total de los mensajes, no bastaba
lo corto que me mostró. Sigo esperándola.
¿Y NUESTRA PARTE?
Una empresa proveedora de alimentos
se contacta con Desde la Torre, a pocos meses de finalizar el periodo anterior.
Me cuenta que ganó una cuantiosa licitación de PCA, del cual no le firman el
contrato, prueba de ello tiene las
cartas notariales demandando que firmen el contrato, porque dizque el alcalde
no tiene tiempo. No es la falta de tiempo, la cuestión es “¿y nuestra parte?”
(Coima), que uno de los emisarios de la “autoridad” le exigió a la empresa.
Llegué a ver la carta notarial, me aseguró que tenía el video donde le piden la
chancaca, pero que primero debía tratar de solucionar. Si hubiera incentivos y garantías para denunciar ágilmente estos actos corruptos,
estoy seguro que un alcalde pudo terminar preso. Lamentablemente la
corrupción gana porque el empresario opta por gastar algunos soles en la coima
que a perderlo todo. Si el Estado le diera incentivos más efectistas a la
víctima, otra sería la historia. Nos quedaríamos sin alcaldes ni gobernadores.
Testigos de la localidad contaron cómo ocurrió la tragedia en el trabajo de una municipalidad - Foto: Yonel Rosales |
EL CACHIMBITO DEL JAPÓN
Llamémosle Pedrito. En el 2019,
Pedrito, quizás hubiese ingresado al segundo grado del colegio japonés, de no
haber muerto antes de asistir a su cachimbiada, y ni siquiera a sus primeras
clases. El pobre Pedrito, hijo de padres
campesinos, que por ser tal, pasó desapercibido, murió sepultado por una pared
de tapia cuando trabajaba junto a su padre. El 2017 había terminado la
escuela, la misma que le quitaría la vida, y en el 2018 tenía la ilusión de
asistir a esa ruidosa, alaracosa institución japonesa de la capital de
provincia, donde ya estaba matriculado. Pero la muerte le sorprendió, cuando tapialaba el cerco perimétrico de una
institución educativa que una conocida municipalidad ejecutaba por
administración directa. El entonces alcalde, sintiéndose culpable en algún
recóndito de lo que queda de consciencia, ayudó en la cristiana sepultura de
este anónimo a quien llamo Pedrito, les dio dos mil soles a los padres, callaron.
De todo lo que uno se entera, este
fue el caso que más me conmovió y avancé en la investigación periodística, pero
quedó archivada. Pese al esfuerzo, de haber ido a La Florida del Inca, en busca
del testimonio, no conseguí lo más elemental, la versión confirmatoria de los
padres. Si bien los vecinos, el maestro
de la víctima, el juez de la localidad me confirmaron los sucesos, no logré
contactarme con los padres de Pedrido, coincidentemente, ese día salieron de
viaje.
Hay casos así que se maneja en las
publicaciones periodísticas, siempre me sucedió, pero me sucedía poco cuando mi
labor era netamente periodística. Como publicar en esta página es más un hobby
que vivir profesionalmente de esta labor, he dejado varios hechos periodísticos
a medias, que no se publicaron por la falta de algo elemental, pero que tenemos
la certeza de la pista que seguimos es verdad. No creas que no me enteré, así que
no funjas de exalcalde o, ahora, empresario honesto.