Comparto la anécdota de un
administrador. Cuando se roba en las arcas del Estado, no solo es asegurarse el
botín, sino también garantizar la
impunidad para cuando pierdas el poder. Quizás ahí radica, la respuesta a
la ambición exagerada de, casi todos, los políticos y quienes administran los recursos
públicos. Ahora con los audios de jueces corruptos, es evidente por qué robar
nunca les parece suficiente. Tienen que aceitar el sistema o se rompe la rueda.
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Por Yonel Rosales
Por ese entonces estaba a cargo de los
contratos de publicidad, que pasaban por un riguroso control. No obstante a la disponibilidad presupuestaria
y el problema de incapacidad de gasto por no ejecutarlo, tenía las reiteradas
demoras y peros del administrador para dar curso al proceso. En el
seguimiento para el destrabe, una noche de largo diálogo, este personaje me
contó de los procesos judiciales en su contra - de ahí su temor y la traba - y
el consejo de alguien con experiencia. A la luz de los audios es revelador.
“Se roba con todo para el juez y el
fiscal, ah, no te olvides de tu abogado”, me confesó el administrador. Esta
versión puede explicar las reiteradas preguntas, ¿tanto roban, qué ambiciosos
son?, que surgen en los diálogos ante cada noticia de alcalde, gobernador o
funcionario público descubierto o sospechoso de robo. Por eso cuando son
procesados, sus casos parecen eternos, hasta
que la condena es benigna, solo para disimular la indignación que generó en su
momento, pero a estas alturas ya están olvidados.
En la corrupción, no todo es plata.
Como habremos visto en Punto Final, también se paga en especies. Ya he dejado
de sorprenderme de cómo quienes en clases estaban de regular más abajo, pero bendecidas
con caras bonitas o padrinos, ocupan expectantes puestos, incluso sin contar
con los estudios completos. No es el caso de la guapa abogada, Cinthya Vargas, a
quien el exjuez Walter Ríos, previo a su ascenso la cita a una habitación de
hotel. La chica esta, según su papá,
cuenta con estudios de maestría, doctorado y ¡qué más no tendrá! Es que la
moral, la ética, no se enseña en un curso especial. No basta exigir
estudios completos al congresista para cambiar el país. Además de la educación
en las escuelas, creo, pasa por el
ejemplo de padres y ciudadanos a los hijos en formación. ¿En qué curso
puedes enseñar a la guapa Cinthya, que un ascenso no lo consigues en una cita con
tu regordete, canoso y casado jefe?