El tradicional “Uno a uno” de la
Jija, es una de las manifestaciones
culturales que mayor expectativa genera en las fiestas de fin de año, en el
cual los danzantes de las dos cuadrillas deben enfrentarse “uno a uno” para demostrar
que son los mejores ante un jurado de notables autoridades, que guardan por el
cumplimiento de las costumbres, y el público.
Un danzante hace el número de tocar la trompeta - Foto: Yojana Laguna |
Lee más: EL NUMINARIO Y PASA HUARACHI
Por Yonel Rosales
Con la colaboración de Yojana Laguna Rosales
La fiesta de los negritos es una
las esperadas festividades del año en el distrito de Puños, provincia de
Huamalíes, región Huánuco. Danza, que en cada localidad tiene diversas
manifestaciones acorde a su realidad, si
en la capital de la región, destaca la pompa en los cotones (vestimenta) de los
negros, en los pueblos lejanos, resalta las costumbres que se practican
desde hace muchas décadas, nadie recuerda o pocos saben de sus orígenes.
El rompe de los Mallqui
A eso de las 4:00 p.m. de los 22 de
diciembre comienza la fiesta con el “Rompe”. Los dos funcionarios de los
negritos se presentan con sus cuadrillas por la zona de ingreso al pueblo,
vestidos de negro, con cascos de obreros y botas; se desplazan por las calles
principales de la ciudad al son de su respectiva banda de músicos. Regalan, botan caramelos a todo el mundo,
los niños no dicen suficiente y se quitan los dulces en el piso. A pocas
cuadras de llegar a la plaza de armas inician a bailar los negros, para luego
irse a la casa del mayordomo. Pero este año no pasó así, porque solo hubo una
cuadrilla a un inicio, los de la familia
Mallqui, que hicieron el rompe a eso de las 11:00 p.m., porque los músicos se
quedaron varados en la carretera y llegaron tarde.
El jichacoj de la chicha, shacta o chicha con punta, muchas veces él termina ebrio - Foto: YR |
La fiesta no cesa cuando se van,
las cuadrillas, en sus viviendas hacen el tradicional reguinacuy (conocerse), tanto danzantes, músicos, cocineros, confiados,
jichacoj (el que invita) y funcionarios se presentan de manera jocosa,
convidándose shacta (licor de caña de azúcar), poniéndose apodos para la
comunicación interna, en el lenguaje del “shonshura” (a todo cuanto se diga
se le añade el “ra”, por ejemplo: ejemplora). Se establecen los términos de
disciplina y el castigo, generalmente churunazos (correazos) para el que baila mal
o las cocineras que tienen la comida impuntual o sin gusto.
El alma sary (captura de almas)
Después del Rompe, el día
posterior, los bailantes de la Jija, realizan la “bajación” en la iglesia
matriz de Puños. Acompañados de la estridente banda y bailando, bajan los
santos de los altares para que María y José estén con el recién nacido niño Jesús. En
seguida viene el “plaza pisay” (barrido
de la plaza), donde los bailarines limpian la plaza.
Dos adornos, las cuadrillas hacen su presentación antes del reto - Foto: YR |
En la víspera de navidad, cualquier desprevenido puede ser víctima
del alma sary. A partir de las 3:00 a.m., agazapados en las esquinas de las
calles u ocultos en la oscuridad de la madrugada, en los recónditos donde no
alumbra la luz del poste, los danzantes esperan al transeúnte madrugador que se
olvidó de las costumbres del pueblo, sea borracho, pastor o agricultor, si es
integrante de la otra cuadrilla mucho mejor; es capturado, amarrado con pisu (soga hecha de paja-ichu), lo llevan al
son de la música, bailando, para entregarlo a las autoridades. Quien más
almas captura asienta su liderazgo. El juez, da el alma al otro equipo, para que
lo den de beber, comer, atenderlo cual a un honorable invitado. No obstante,
este año, el alma se les escapó en el menor descuido. Si no, también hubiese
tenido que bailar en el “Uno a uno”, amarrado con su pisu; recorrer las calles
junto a los bailantes.
La barra brava de los uno a uno - Foto: Yojana Laguna |
El mejor danzante
Cuando se creía que este año no
sería picante el “uno a uno”, un grupo de jóvenes espontáneos se organizaron y
formaron la cuadrilla del “Niño Jesús”, que armó una improvisada banda de
músicos para retar al único funcionario, y ganar por la punta de los pies.
Participantes muestran su respeto a las autoridades - Foto: Yojana Laguna |
De toda la festividad, lo más
esperado por el público es el “uno a uno” y el “numinario - pasa huarachi”. Para esta jornada de enfrentamiento de las
cuadrillas, los danzantes se presentan con su mejor ropa de gala. Terno de
un solo color, máscara de los negritos, sombrero negro, un bando cruzando el
pecho, guantes y un paraguas o bastón adornados con cintas de telas
multicolores que se amarran a un extremo. Está por demás decir que los zapatos
deben estar brillantes, cual espejo. La pulcritud tan pronto como se desplazan
por las calles irá opacándose, para cuando se dé el “uno a uno” las manchas ya se
hicieron presentes.
Luego de la vuelta a la plaza de
armas, las autoridades más
representativas, el alcalde, juez, subprefecto, escribano y honorables ancianos
del pueblo citan a los capitanes para establecer los términos del
enfrentamiento, el sorteo de ubicación e inicio de los músicos. Para
entonces ya trazaron en el escenario, dos cuadrados, del que no deben salirse
los danzantes, quien pisa la línea y deja caer algún vestuario es
descalificado.
El público se aglomera para el uno a uno - Foto: Yojana Laguna |
Bailar hasta que se dé por vencido
Antes del uno a uno, las cuadrillas
hacen dos adornos, bailar en total cuatro veces para las autoridades y el
público alrededor de la plaza de armas. La
autoridad central, anuncia el inicio. El platillo rompe la ansiedad de la
espera, y el público que pifiaba por el inicio aplaude, seguido del tambor y el
bombo; el son continúa con las trompetas, tubas, trombones al unísono. Para
entonces, el primer caporal que inicia su participación, y continuarán los
negros, curuchanos y el cierre con broche de oro del capitán; ya debió avanzar algunos
pasos hacia su reducido cuadrado del centro de la escena. Las primeras pica
picas multicolores, arroces de todo tamaño, pétalos de flores, aquellas del
rojo intenso que varían el color del piso de cemento, ya fueron arrojados por
las barras de ambos grupos. Pifias y
silbidos, aplausos y carcajadas se confunden, mientras los jurados evalúan.
Desde el primer paso, el concursante
debe demostrar que la Jija se baila con
elegancia, con la punta de los pies y redoble. No es un huayno en el que se
tiene que zapatear a más no poder, se tiene que mostrar gallardía, en esto ayuda la talla, sacar pecho y con paso
acompasado, altivo, cuidar de no caer en la desesperación de los ingeniosos
números que haga el rival, porque los del jurado en lo que más se fijan es en la punta de los pies. Si se te cae alguna indumentaria o te pasaste de la raya date por
perdedor. Ni la bullera barra picona, ni el melodioso cantar de la banda te
salva de esta, el jurado es inapelable, y solo espera que el otro grupo de
músicos que alternan inicie la siguiente participación luego de la fuga.
La picardía de los curuchanos es otro de los esperados - Foto: YR |
Pese a su participación de última
hora, la cuadrilla del Niño Jesús se impuso al de la familia Mallqui, por leve
margen, por la punta de los pies, tras las 27 parejas que se enfrentaron. Por muy pomposo que haya hecho la fiesta, tenían debilidades en la
práctica de las costumbres. Al notar
algún sobresaliente andar, los del jurado los comparaban con los bailarines de
antaño, “tagai mi si Coco ricoj” (ese sí se parece al exdanzante Coco), juzgaban.
Al final no hay trofeo, ni premio que
valga más que el honor, el orgullo de haber ganado es la recompensa. Y el
uno a uno, se cierra en un baile general, en el que las dos bandas de músicos se
enfrentan, tanto en calidad musical, como en resistencia.
Los músicos de viento que ya no soplan
se dan por vencidos al ser apabullados por la bulla del otro y se retiran
dejando la plaza al vencedor. Al final, es el público que más gozó con todo
esto.
Baile general, con el intervalo del alférez - Foto: YR |
No obstante, como tantas otras costumbres y festividades, están próximos a desaparecer, el numinario - pasa huarachi ya
no es el mismo, y quizás ya no haya… continuará.