¿Feliz día de la mujer? Todavía a sus 25 años de hija, y recientemente madre, Milena Crisóstomo carga el dolor y el trauma de no haber tenido la protección de papá, pero es difícil conocer todos los sufrimientos que pasó su madre, una sordomuda que no puede contarnos, pero su reciente discapacidad física delata lo duro que es la vida para ella. La hicieron parir dos hijas mujeres y tuvo que cargar ella sola con ellas.
Tres mujeres que han cargado las consecuencias del abuso - Foto: Yonel Rosales |
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Por
Yonel Rosales
Abelia Amante Diego de 51 años, nació así, en
Rumichaca una zona rural del distrito Chavín de Pariarca, provincia de Huamalíes
Huánuco. Vino al mundo como muchos regalos
especiales que Dios da a ciertas familias, pero una cosa es nacer con
discapacidad en una familia de extrema pobreza y otra muy distinta en un hogar
acomodado. A ese sacrificado esfuerzo de
tener que correr por el camino de la vida en estas condiciones, dos machos violadores
le sumaron más dificultades pesadas. Abelia, sola, sin la más mínima
responsabilidad de quienes se dieron el gusto sexual, tuvo que afrontar la
manutención de sus dos hijas hasta dañarse el cuerpo.
Cuenta Milena Crisostomo, la hija mayor, nació
producto del primer abuso. En ese entonces, Abelia vivía con su madre y el
esposo de ella, que vendría a ser el padrastro. Cuando un día la mamá se fue a pastar las ovejas, Teodoro la encerró
en la casa y la violó. La abuela de Milena decidió separarse, pero Teodoro ya
había embarazado a la joven sordomuda. Por aquellas fechas, madre e hija
estaban en todas sus fuerzas y la criaron como pudieron. Pero nunca lograron
suplir la necesidad de papá.
Abelia Amante vive en Rumichaca distrito Chavín de Pariarca donde fue víctima de violación en dos oportunidades - Foto: Yonel Rosales |
Uno de
sus momentos más dramáticos y humillantes lo vivió a los trece años cuando
terminaba el sexto grado. En la escuela se
negaban entregarle sus notas para matricularse a la secundaria. ¿La razón?
Milena había existido como si no existiera para el registro civil, no tenía
partida de nacimiento. En la municipalidad le exigieron el nombre de su
papá para asentar el documento, entonces se armó de valor y nombro a quien
decían que era, Teodoro. El mismo que muchas veces le negó. Pudo continuar sus
estudios.
Siempre
estuvo, ahí, la necesidad del cariño de papá. Como quien hace méritos para ganarse tan solo un abrazo, un mimo o
“hija, mi niña” en la voz de su padre, acudió a socorrer a un furioso Teodoro,
a quien le habían robado las gallinas. Milena vio a los autores. Creyó que
esta ayuda le abriría las puertas de su corazón, pero ni las gracias le dieron.
Solo algunos meses después, por casualidad, en el barrio Zuzun, se encontró al
anhelado papá. El sujeto estaba ebrio, le agradeció por delatar a los ladrones
y la reconoció como a su hija. Creyó, ¡por fin!, haber conseguido la
indulgencia del progenitor, se equivocó, sería la única vez, por la borrachera.
Todas las veces que le fue a decir papá
solo encontraba rechazo, desprecio, porque su madre es una sordomuda. Una
“upa”, como es que se les conoce en el campo a las personas con esta
discapacidad.
La adolescente de 13 años lleva varios esperando la llamada del Hospital del Niño para una operación, ya que le dijeron que no hay cama - Foto: Yonel Rosales |
NO
TENEMOS CAMA
Cuando
Milena ya terminaba la escuela, su madre, la sordomuda sufriría otra violación.
No obstante a su condición, Abelia tenía
que ganarse la vida para alimentarse y sostener a su hija. Ayudaba a una
familia en el pastoreo de ganados, hasta que el jefe del hogar, un tal Emilio
la embarazó y continúa campante su vida como si la, ahora, adolescente de
iniciales Y. A. D. (13) no existiese. Ni el sentimiento de culpa ni la
piedad por su sangre hace que Emilio ayude a la sordomuda, con quien se dio el
gusto sexual, ni a quien sería su hija. Todas las veces que le reclamaron,
siempre culparon a la víctima, porque quién sabe con quiénes se habrá
revolcado. “Ellos saben que él es el papá, pero no les importa ayudar a mi
hermanita. No quieren saber nada, por
eso es que mi hermana solo lleva los apellidos de mi mamá”, cuenta Melina.
Lo
penoso de este segundo embarazo, es que la
niña nació con discapacidad en el pie. Con sus escasos recursos, antes de la
pandemia, trató de que la operen. Finalmente consiguió el cupo en el Hospital
del Niño, pero les dijeron “no tenemos cama”, le prometieron que les iban a
llamar. Como nuestro Estado funciona así con los más pobres y las víctimas,
llevan varios años esperando la llamada, de seguro no llegará.
Los sujetos que colmaron sus deseos sexuales nunca asumieron sus responsabilidades de padre, ella sola tuvo que sacrificarse hasta agravar su discapacidad - Foto: Yonel Rosales |
Si hace
poco indignó la burla de unos cómicos sobre la masturbación de un sujeto con
una adolescente muda en el bus, quizás deban estar tranquilos por la suerte que
solo fue eso, porque hay otros dramas más
terribles, naturalizados, para el que no existe Conadis ni ningún representante
del Estado velando por estas víctimas. Tienen que sufrir con la carga
impuesta por violadores, que se lavan las manos después de haber satisfecho sus
ansias sexuales sin importar si esas
piernas abiertas fueron las de una leprosa o de una sordomuda, pero admitir que
la hicieron parir y asumir la manutención de sus hijas les ofende y lo niegan
con desprecio, porque es una sordomuda.
Hacemos
el llamado al programa Contigo para que apoye a esta persona con discapacidad y
si alguna institución la apoya para la operación de la adolescente. Feliz día
de la mujer