Si este 6 de junio Pedro Castillo se hace de la presidencia, solo será por dos condiciones: la suerte está con él y el repudio a Keiko Fujimori pesa más, porque el candidato de Perú Libre y su entorno íntimo se empeñaron por obtener la derrota. Es como si su verdadero objetivo, entumecidos en el sectarismo de la izquierda y el fracaso continuo, solo fuera demostrar que le gana a la otra izquierda, en esta elección, ganar a Vero. Pese a todas las manos tendidas para apoyar su candidatura y tener las mejores armas políticas para asegurar su victoria, no los convocó ni los usó con inteligencia, por lo contrario, hizo el papel del tonto que capitula por sus limitaciones ante la mafia.
Aunque tengamos un pésimo candidato como Castillo, quizás sea la última oportunidad de derrotar definitivamente al fujimorismo - Foto: DW Made for minds |
Lee más: ¿Y SI
DESAPARECEMOS LA CARRERA DOCENTE?
Por Yonel Rosales
Los profesores, ese sindicato que
actuó como una gran red a lo largo y ancho del Perú, más consecuentes que un
militante, saben mejor que nadie, ante
un concurso presenta al mejor alumno del aula o al chico promedio. A estas
alturas ya se habrán dado cuenta que Castillo no lo es. En el debate del
domingo último quedó claro, que ni con anticipación previa, el pobre no da.
Pero lo penoso de Castillo representante de los profesores, es que es una
clara muestra del nivel “profesional” que tenemos, (me incluyo, por eso no
digo solo profesores). Un docente poco preparado, desinformado de la realidad
nacional, de seguro con escasa práctica de lectura. Porque no se explica cómo
es que no podía dar respuestas contundentes y a mano a Keiko Fujimori, la hija
del dictador Alberto, envilecida en el delito. Es una pena que sea el líder de
los maestros, cuando recuerdo a mis dignos profesores de quienes de muchos me
siento orgulloso.
En serio creía que con la
convocatoria de reconocidos técnicos de Nuevo Perú, como Francke, Durand, De
Echave, Campodónico, etc., tipos con
experiencia y labia, se vendría una radicalización inteligente en la campaña de
Castillo, o en todo caso una radicalización oportunista o llámenlo estratégico,
no obstante, fue un poquito menos de lo mismo, persiste el tonto radical.
Evidencia que tenemos a un Castillo
genuflexo, que no es capaz de frenar la rapacidad por el poder de Cerrón. No
importa, aunque sea solo para ganar. De seguro fue Cerrón, quién ninguneó a
los profesionales que arriba menciono, porque él detesta a esa izquierda que
llama “caviar”, pero queda demostrado su preparación y está a la altura de las
circunstancias, como lo vemos con Indira. No obstante, la gente, los electores,
lo sostenemos únicamente porque enfrente tenemos a Fujimontesinismo. Si no
fuera porque es Keiko, ahorita, cualquier otro contrincante lo tendría bien
aventajado a Castillo según las encuestas.
El único consuelo que se tiene con Castillo, por todo su demostrado
desempeño en la campaña, es la incertidumbre, la duda. Puede ser un candidato
torpe, de verbo pobre, pero podría resultar en los actos, un estadista, magnánimo,
preocupado por los intereses de las mayorías. En cambio de Keiko, ya sabemos a
quién sirve. Como dijo Levitsky sobre Ollanta y Keiko, de Castillo hay dudas
pero de Fujimori hay amargas certezas, reafirmadas en estos últimos cinco años.
Por eso, por cada piedra que le arrojaba
Keiko a Pedro, él tenía todas las armas para escoger y dejarla noqueada. Sin
embargo, solo con el detestado Cerrón, tanto el fujimorismo como sus medios
adictos, lo machacan y se deja.
No obstante, están los otros líderes
de izquierda, como Indira Huilca, defendiendo a Castillo, sin que la hayan
invitado a la defensa. Sobreponiendo los intereses particulares. Nos reencausan.
Dejando calatos a los fujimoristas en un
par de intervenciones en TV, poniendo en evidencia a las “imparciales”
periodistas, con respeto, con las ideas y hechos a mano, refrescando las
olvidadizas mentes. No como los llorones Castillolovers, que solo andan
quejándose o insultando con el mantra “prensa mermelera”, echando a todos en el
mismo saco. Cuando lo cierto es que el pez muere por su propia boca. Y la
verdad es que para nosotros los periodistas, las metidas de pata son noticia,
la comidilla para el público, Castillo y su entorno es una fuente inagotable.
|