Entre tantos lamentos y defensa con uña y dientes de la mamadera que
hacen los congresistas aprofujimoristas y sus topos más fujis que los fujistas, está el infeliz dicho de Roy Ventura,
congresista por Pasco. Los periodistas de Exitosa tenían para dejarlo noqueado,
pero todo indica que debe ser el pueblo quien tendrá que hacerlo. De gollerías
ha calificado las reformas planteadas por el presidente Martín Vizcarra, el
susodicho. Vamos a intentar explicarle al desubicado parlamentario, como quién
trata de hacer entender al jumento que 2+2 o 2x2 es = 4, porque ya miles fracasan
en el intento de hacerles entender de los beneficios a futuro lejano de las
reformas políticas.
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Por Yonel Rosales
A estas alturas Ventura, que se
aferra a la curul como la garrapata a la piel para medrar la sangre de su
víctima, ¿ya habrá comparado las cifras halagüeñas que tenía este congreso al
primer año de su mandato con lo de hoy? Yo
lo recuerdo en una entrevista jactándose de sus cifras de aprobación y
denostando de sus antecesores por la alta desaprobación que tenían. Ahora
que superaron todos los records de desprecio, le sugiero al señor congresista,
acordarse de lo que afirmaba en ese entonces. En mi soliloquio, decía, espérate
un poco, cuando la porquería rebase terminarán igual. Me equivoqué, están peor
y en menor tiempo.
Un ladrón con condena termina en la
cárcel, pero si es congresista se ríe de la justicia, y si es aprofujimorista termina impartiendo clases de moralidad desde su
escaño porque tiene inmunidad. Eso pasó con el ladrón de gasolina Edwin
Donayre, que gracias a los fujimoristas tenemos que gastar miles de soles para
capturarlo, muy aparte de lo que nos robó y lo que cuesta su proceso, hoy ofrecemos
cien mil soles para saber dónde está. Ahora eso mismo puede repetirse con el parlamentario
fujimorista Joaquin Dipas, condenado a cinco años de cárcel, a quien no lo
pueden detener porque tiene inmunidad, y cachaciendo, puede compartir la mesa
de honor en cuanto acto oficial con el fiscal que le persiguió, el juez que le
condenó y vacilarse del policía que debe esposarlo. La burla que hicieron con la reforma de la inmunidad parlamentaria de
las seis planteadas, gatilló el adelanto de elecciones de Vizcarra, porque no
es posible que un delincuente no pueda ser investigado ni detenido por el solo
hecho de ser congresista. A ese acto de sentido común, de quitar
privilegios A LOS DELINCUENTES DE SACO Y CORBATA, el congresista Roy Ventura,
lo llamó gollerías en la entrevista de esta semana con Nicolás Lucar y Manuel
Rosas.
Las reformas, como ya lo dijimos en
esta columna, son intentos de hacer algo para mejorar la política en el país,
no son garantía que una vez aprobadas las leyes se instala el paraíso en el
Perú. Es mejor intentar cambiar las
reglas a cruzarnos los brazos mientras vemos cómo nos roban casi todos los expresidentes
y líderes políticos, alcaldes y gobernadores. Sin embargo, nuestros
congresistas hacen oídos sordos al pedido de cambio. Se ríen del rechazo a sus
actos, del repudio a sus descarados blindajes a los jueces y fiscales corruptos.
Frente a la sordoceguera tenemos que luchar porque este desprecio popular expresado
en sendas encuestas y griteríos de las calles se concrete. Vizcarra ya dio el primer paso con el baldazo de agua helada que les
dio el 28 de julio. No hay nada más delicioso de estas fiestas patrias que ver
llorar a los aprofujimoristas y sus topos, ahora nos toca a nosotros, el pueblo,
hacerles pisar tierra a estos volados que tenemos por congresistas,
manifestaciones como los de Ventura, nos hacen creer que similar a los
parásitos, va a ser duro combatirlos.
Acá no hay distingo, todos los aprofujimoristas y sus topos son la misma
calaña, por eso están juntitos votando, escudándose o complatando contra el
país, ¡ahí! los incrédulos que creen que hay fuji bueno, porque los pocos que
se distinguen hace ratos deslindaron con la “banda delincuencial”. Queda la
lucha en todo escenario. Cada alcalde, gobernador, autoridad, dirigente o
ciudadano común que se dice honesto y repudia a estos congresistas, tienen que
darles la espalda, ignorarlos, hacerles desplantes, recordarles que no les
invitaron en cuanto evento se quieran colgar, decirles educadamente que se larguen
a sus casas. Si no entienden de
desplantes, así son ellos, habrá que esperar que los huevos se pudran y los
tomates estén a punto.