Es sintomático, cómo los peruanos hayamos
creído lo que en resumidas cuentas nos habrían dicho en sus respectivos
momentos tres candidatos hoy presos o con el riesgo de volver a la cárcel por
haber robado cuantiosos recursos del país. A
los adalides de la honestidad puestos al descubierto en las investigaciones de
Lava Jato, Alejandro Toledo, Susana Villarán y Ollanta Humala les unía el
discurso de la honestidad, el cambio y todo el rollo de lo bueno; hoy los une
la fama de ladrones, no obstante a que nos convencieron que eran honestos a
diferencia de sus contendores o el antecesor en el cargo al que postulaban.
Si con algo hemos de contentarnos, es que estos tres que jugaron con las ilusiones de honestidad ahora enfrentan la justicia - Foto: El Peruano, El Mundo y La Guía |
Por Yonel Rosales
Obviamente el eslogan “Honestidad
para hacer la diferencia”, como ya habrán notado no fue una frase que hayan
usado los tres excandidatos. Supongo la mayoría ya lo olvidaron a quién pertenecía.
Fue el falso nacionalista Humala quien estratégicamente
uso esa frase para vencer a Keiko Fujimori, pero resume lo que en su momento representaron
Toledo y Villarán.
Salíamos de una época de ignominia,
donde Alberto Fujimori lo contaminó todo, manipuló las instituciones habidas y
por haber a su gusto y antojo, sometiéndolo a sus bajos instintos de corrupto. No
se fue porque venció su fecha de caducidad, lo podrido quería seguir
gobernándonos, como quien dice, el pueblo tuvo que botarlo a patadas. El
liderazgo de las movilizaciones estuvo a cargo de Toledo, quien denunciando el
autoritarismo, la corrupción, cual el mesías, nos hizo creer que el paraíso
podría ser terrenal, hasta cierto modo, en lo económico, con Toledo se vivió
una época de idilio. A pesar de lo mitómano que es, de lo borrachoso,
impuntual, irresponsable que es el expresidente nunca creímos que era ruin
ladrón. ¿Quién podría sospechar que el
denunciante de los robos era otro ladrón?, ¿cómo saberlo?, esa misma
pregunta se hizo Mario Varga Llosa en la inauguración de la FIL 2019, donde di
una rauda husmeada.
Luego vendría Susana Villarán, en el gobierno municipal, con un similar
discurso se hizo del triunfo. Señaló las evidentes fechorías de Castañeda, de
quién la mayoría de limeños aceptaba el “roba pero hace obra”, algo así
como si el marido cornudo dijera, aunque mi mujer me saque la vuelta, lo bueno
es que me cocina. En la coyuntura de nuevos vientos en el país, Humala ganó a Keiko Fujimori, con el cuento
de la gran transformación, pero teniendo como punta de lanza la honestidad.
Salíamos del gobierno de Alan García, plagada de escándalos de corrupción, que
pese a las abrumadoras evidencias de ese quinquenio no hubo justicia, recién
ahora se abre paso la cárcel para sus “ratas”.
En los tres enfrentamientos, Toledo Vs Fujimori, Villarán Vs Castañeda y
Humala Vs Keiko y Alan, completamente antagónicos, de los primeros podemos decir que no
teníamos dudas, en cambio de los segundos aseguraríamos que teníamos más certezas
que dudas sobres sus vicios. Las traiciones también son diferenciadas, al
menos, cual consuelo de bobos, Villarán nos ahorró la amargura que genera el
cinismo, reconoció sus culpas. En cambio Toledo, pese a estar acorralado lo
niega todo, nos hace gastar tiempo y dinero extraditándolo de EE. UU., y
Humala, al menos hasta ahora no obstaculiza su proceso como sí Keiko o Alan.
¿Qué sucede con el pueblo cuando falsos moralistas en reiteradas veces quiebran
la fe, traicionan la esperanza de gente cándida? Se llega a
la conclusión: todos son iguales, izquierda, derecha, outsiders, tecnócratas
como PPK, son la misma vaina. Todos quieren dinero, como dice la canción de Los
Prisioneros. Cunde la desesperanza. Finalmente, los efectos de esta
desconfianza, de las traiciones, lo notaremos en las próximas elecciones,
quizás en alta abstención en la votación o ausentismo, ojalá no sea por extremismos.
Lo bueno, es que nuestros ojos serán más
celosos con los que ahora mismo dicen lo que antes denunciaban Toledo, Villarán
o Humala; como Julio Guzmán, Verónika
Mendoza o Alfredo Barnechea. No basta con que sean lo que dicen ser, sino
que lo parezcan. ¿Quién y por qué financió la millonaria recolección de firmas
para su inscripción de Guzmán?, ¿cuán implicada está Mendoza con su puño y
letra en las agendas de Nadine?, ¿por qué Barnechea atacó a los fiscales que
persiguen a los ladrones en los funerales de Alan?