¡Qué me importa, si no me afecta!, describe perfectamente la etapa histórica
del país, donde líderes políticos, empresariales y otros que comparten el poder,
son descubiertos en una gran trama de saqueo de los recursos del Perú, como
siempre lo hicieron, solo que en esta oportunidad hay testigos dispuestos a
contarlo todo y entregar las pruebas de los robos. Un minúsculo grupo
de fiscales y, como la luz en el túnel, jueces aplican prisiones preventivas
sin distingo del poder que ostenta la élite gobernante para evitar que estos,
como siempre, evadan la justicia. Desató ataques contra el equipo
anticorrupción, reforzada, cual Matrix
reloaded, con el suicidio del rey de la impunidad, Alan García. Que dio su
sangre a la causa de la corrupción.
Ya no hay diferencia entre los corruptos, están unidos para evitar ir presos, utilizan el suicidio de Alan para tumbarse el equipo anticorrupción - Imagen: Correo |
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Por Yonel Rosales
Los sectores más carcas de la
corrupción, como el fujimorismo y el apra, fueron los entusiastas alentadores cuando
le aplicaron la prisión preventiva al expresidente Ollanta Huamala y Nadine
Heredia, medida que también me complació por la gran traición del falso
nacionalismo. Los fujiapristas acostumbrados a la indulgencia de la justicia para
con ellos e intocables en muchos casos escandalosos, creyeron que nunca les
llegaría la hora, hasta que colapsó su andamiaje de impunidad con los jueces
corruptos y su fiscal Pedro Chávary.
Como en algún momento lo dije,
desde que empecé a asistir a las audiencias de prisiones preventivas y a las
apelaciones de las mismas, allá por el año 2012, que en segunda instancia a
veces se deja sin efecto la prisión antes dictada, esto se parece al juego del gato y el ratón, con la justicia no se
juega, más, cuando tienes a las víctimas sedientas de justicia que ven liberados
a sus victimarios en segunda instancia. Hay casos en que ya no queda más
que probar, los he visto y escuchado sustentar, sin embargo, se sigue con las
prisiones preventivas a cambio de sentenciarlos definitivamente y acelerar los
procesos de la lerda justicia. Esta aplicación siguió su curso sin que nadie se
queje. Las veces que entrevisté a los abogados de los aprisionados políticos o
delincuentes comunes, – aunque la diferencia no existe - terminaban: no
compartimos la decisión del juez o el pedido del fiscal por lo que apelaremos. Ninguno, y menos los familiares
avergonzados de los procesados, salía a gritar que es una venganza política, es
una medida de la dictadura de Vizcarra, atentado contra la democracia, persecución,
y tanto cinismo repetido como hoy lo vemos repetir en radio, televisión y
periódicos por la élite del poder.
Los intocables corruptos, nunca
creyeron que las prisiones preventivas, les caería a ellos, aprobaron la
normatividad sin importarles que miles de simples peruanos sean perjudicados en
sus “derechos humanos”, como ahora alegan. ¿Acaso no son los apristas,
fujimoristas y los demás quienes aprobaron estas leyes? 40 mil ciudadanos con
prisiones preventivas en las cárceles del país, y recién cuando una docena de los grandes caen en lo que ellos mismos
aprobaron para los simples mortales, caen en la cuenta, que las prisiones
preventivas son abusivas y bla, bla, bla.
Lo que la élite del poder corrupto,
políticos, empresarios, periodistas, jueces y fiscales, quiere es evitar que el
peso de la justicia les caiga, entre ellos se defienden, ahora hasta lamentan
la prisión de Ollanta. Para este fin,
ojalá destinado a fracasar, utilizan groseramente la muerte de Alan García,
que pasará a la historia como el
presidente suicida y el que destrozó el país en los 80. Su segundo gobierno
es uno más del montón frente a lo realmente histórico, el desastre más grande
del país ocasionado por una persona, que Julio Cotler equipara a García, Guzmán
y Fujimori; y huir de la justicia con un disparo en la sien al verse acorralado
y a punto de ser apresado por presuntos actos de corrupción. El suicidio es
responsabilidad única de la conciencia de Alan y de la policía que debió
reducirlo como a cualquier otro delincuente, o por respeto a la investidura,
escoltarlo. Solo los apristas y sus
afines se desgañitaran en repetir lo positivo, que también los hay, en su caso,
lo malo pesa más que lo bueno. Hacer que esto se cimiente en la conciencia
colectiva dependerá del grado del poder con que puedan obtener en el futuro, para bien del país, las señas avizoran que
no le irá muy bien al Apra, sin poder no podrán imponer sus ideas mientras no
tengan una real renovación.
Mientras esto, defendamos al
minúsculo grupo de fiscales y jueces, que ellos sí, hacen historia contra los
corruptos que se creen intocables, ahora unidos pretenden tumbarse
descaradamente las prisiones preventivas, solo porque les afecta.