Sabido es que la corrupción
arrecia todos los niveles y sectores del país. Aunque pretendamos resignarnos,
es el cáncer que siglo tras siglo carcome el exponencial avance que deberíamos
tener. Muchos, por no decir la mayoría de la población, está convencida
fervientemente, que es imposible cambiar, por lo que les da igual quién
gobierne, total “todos roban”.
De grande a chico, los gobernantes nacionales, regionales y locales, todos en el mismo saco - Foto: Internet |
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Por Yonel Rosales
Los funcionarios, alcaldes,
gobernadores, presidentes, son echados en el mismo costal de los “todos roban”.
No nos quedan dudas que una de las modalidades de robar son las obras,
proyectos de inversión o programas. Cuando vemos un proyecto en construcción
con algún defecto, el comentario agrio, es: “cuánto se estarán tirando”. El
“todos roban” y las obras son para robar, ahora quedará más asentada con los
destapes tras destapes del más grande escándalo de corrupción de los últimos
tiempos: Lava jato. Involucra a políticos de derecha, centro y de izquierda,
embarra a los impolutos tecnócratas, apolíticos, partidarizados e
independientes; eso a nivel macro. Ya nada nos sorprende sobre la capacidad de
corromper, si tenemos a un Toledo, nada menos que al líder de la lucha contra
la corrupción fujimontesinista, con prisión preventiva aunque prófugo,
precisamente por corrupto. Qué más nos puede sorprender, si hay indicios de ser
otro corrupto el líder de “La honestidad para hacer la diferencia”, Ollanta,
nada menos, que quien vendió honestidad ahora está envuelto en el miasma
fujimontesinista. En el mismo paredón estaría Villarán. La decepción es más
grande cuando quienes dijeron luchar contra la corrupción terminan uniéndose a
ella. Está por demás citar a Alan, un
santo, santificado por jueces y fiscales benignos. O Castañeda.
No obstante, lo que sí sorprende
es la pasividad de las víctimas, es decir todos. Un resignado desinterés pese a
ser decisorio en nuestras vidas. Es como si los descubrimientos de corrupción
pasaran en la casa del vecino y no en nuestro techo. La cosa se estaba
calentando al inicio de los destapes, pero vinieron los desastres naturales y
enfriaron los lerdos motores de la indignación. El intento de los
aprofujimoristas, humalistas, y extremos, de apaciguar lo que estaba por
prender parecía imposible. Cuando grupos progresistas convocaban a marchas, a
la socialización del problema de la corrupción, uniendo liderazgos como el de
Verónika, despotricaron las movilizaciones echando en el mismo saco a Mendoza,
sin que siquiera estuviera vinculada al caso Odebrecht. ¿A estas alturas, los
radicales puros, los que creen las acusaciones aprofujimoristas, ya se habrán
dado cuenta a quién favorecen al apaciguar los ánimos?
Haber votado por Ollanta o
Toledo, o haber sido su seguidor no te hace cómplice, a no ser que estés
involucrado al igual que ellos. Pero los puristas, radicales y aprofujimoristas
debilitaron las incipientes manifestaciones descalificándola, para dejar las
cosas como están. Pese a los grandes destapes, a la publicación de la modalidad
de robos, pese a los millonarios robos, nada ha cambiado, el sistema sigue
funcionando igual que antes de los destapes, como si nada pasara. Para
disimular tanta impunidad, por ahí detuvieron a algunas cabezas de la red
ladrones, pero la red continúa ahí, operando. Aprobaron algunas leyes para
sancionar corruptos, para qué sirven esas leyes, si no es solo para apaciguar,
porque leyes contra la corrupción existen por decenas, sin embargo, tenemos
jueces, fiscales y abogados que le encuentran “peros” (leguleyadas) para la
impunidad.
Lo macro se repite en lo micro,
¿acaso no tenemos alcaldes coimeando, obras paralizadas, infraestructuras
nuevas con rajaduras, defectuosas, etc. y etc.? Hace unos días un alcalde de
Huaral denunció públicamente que para conseguir financiamiento en los
ministerios le condicionan con coimas o la obra debe ser ejecutada por la
empresa del funcionario. Es un secreto a voces que muy pocos lo hacen público,
porque también les toca su parte. Se denunció que el ministro de Agricultura de
PPK, habría falsificado firmas de ingenieros para su empresa consultora.
Podemos seguir con la larga lista de sospechas de corrupción, indicios o
descarados robos en tu pueblito, en la provincia, la región o el país. Y todo
sigue igual.
Dejándonos de apasionamientos
políticos, en la pág. 39 de La Historia de la corrupción, de Alfonso Quiroz
(debo reconocerlo, edición pirata nomás, ¿ya ven?), hace referencia que los
cambios para enfrentar a la corrupción debe estar tipificada en la propia
Constitución; “la Constitución estadounidense se diseñó para impedir y rechazar
la dañina influencia de la corrupción en el gobierno”, dice Quiroz, tras su
riguroso estudio. Mientras esto no suceda amigos lectores, todo sigue igual,
con descaro o disimulos, en nuestras narices. Ante las evidencias de lo podrido
que está nuestro sistema político, que está en todos los niveles, ya no hay preguntarnos
quién nos roba o quiénes, sino quiénes nomás no nos roban. De yapa, ¿hay
esperanzas de que esto explote?