Familiares se encuentran consternados por la
pérdida de Rolin Raymundo, que falleció tras ser embestido por un vacuno en la
corrida de toros por fiestas patrias.
El alcalde de Puños, José Caqui, era el mayordomo
de la fiesta. Parientes cercanos y conciudadanos cuestionan que los organizadores
permitieron el ingreso de personas ebrias a capear al toro.
Joven ebrio e inexperto ingresó a torear y terminó con una herida en el cuello que terminó con su vida - Imágenes: Facebook
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“YO AMO PUÑOS” cayó del cielo
Por Yonel Rosales
“Primera
vez que pasa esto. Nunca ha pasado”, son las afirmaciones de consternación de
los puñosinos tras la tragedia ocurrida el lunes 29 en la corrida de toros por
fiestas patrias ocurrido en el distrito de Puños, donde la diversión terminó en
un hecho de sangre, luego que un vacuno embistiera a Rolin Raymundo Carhuapoma
de 23 años, produciéndole un corte con el cacho a la altura del cuello, un
agujero que dejaba ver sus órganos internos.
De acuerdo a los espectadores la víctima se lazó a capear al furibundo
toro pese a su estado de ebriedad sin que nadie le impidiera. Su embriaguez
habría sido la causa de fatalidad. No obstante, a que fue arremetido y con la
consecuente herida, Raymundo no fue retirado ni auxiliado inmediatamente. De
acuerdo al público, el herido permaneció entre diez a quince minutos, otros dicen
que solo fue cinco minutos, dentro del campo toril, valiente y, todavía,
retador con el animal agresor a quien profirió palabras soeces como si se
tratara de un duelo entre los dos. Recién ahí, cuando intentó volver al ruedo, le
ayudaron a salir.
Caminó aproximadamente 30 metros, desde el campo toril hasta
la carretera, apoyado por su auxilio. Llegó sangrando por el cuello y
solicitando su casaca para abrigarse. En ese trance de pedir su abrigo, al
parecer, sus fuerzas ya no daban, flaqueó y se echó. La gente se alarmó al ver
esa profusa herida y pidieron auxilio, mientras otro grupo cual periodistas
que se pelean por la primicia, se arremolinó, comenzó a grabar y a tomar fotos
para compartir las susceptibles imágenes por las redes sociales.
Cuando la gente buscó ayudar a Rolin, el único que se
encontraba dispuesto con movilidad fue el profesor Marcelino Vargas, a quien
exigieron que lo lleven a la posta de Puños. “Yo no podía negarme. Y cómo no
ayudar en esa situación”, dijo en conversación con este medio. Cuando llegaron
al establecimiento de salud, no había ambulancia, debido a que el vehículo trasladó
a una gestante a Llata. Esto obligó a Vargas, tener que llevarlo hasta la
capital de la provincia de Huamalíes.
“Quiero hablar con mi hija”
Al parecer, Rolin, consciente de que se le iba la vida. En
el trayecto de Puños a Llata, en la bajada de Taulli, pidió que le comuniquen
con su hija. ¿Quién podría tener el número de contacto para cumplirle ese
último y urgido deseo a un moribundo? A ver si su exesposa, natural de San
Juan de Querosh habría podido hacerle ese favor, a propósito de los
resentimientos que tenían dado a las causas que desencadenó la separación de la
joven pareja.
Los testigos cuentan que también se quejaba de dolores, pese
a su embriaguez, ya comenzó a sufrir las consecuencias de la honda herida en el
cuello. “No vale ni para hacer pasar saliva”, habría dicho. Ya cuando se
encontraba por el túnel, siendo referido de Llata a Huánuco, habría mencionado
a sus padres, con quienes vivía en el Centro Poblado de Poque. En el
trayecto, dicen que a la altura de Quivilla, falleció.
Su papá se sorprendió por el comportamiento de su hijo. Al
enterarse de la tragedia, atinó a decir que así habrá sido su destino. Pues,
según la familia, Rolin no era una persona irresponsable que se echaba a perder
en borracheras, sin embargo, desapareció desde el domingo 28 de julio cuando
se fue a la fiesta de Llata, de ahí pasó a Puños y finalmente volvió cadáver a
Poque, donde ahora lo velan.
Los testigos sindican a los organizadores y a las autoridades
por este hecho trágico, pues no debieron permitir el ingreso de una persona
inexperta a torear y peor aún en estado etílico. Como se sabe, el alcalde
de la Municipalidad de Puños, José Caqui, era el mayordomo de la fiesta. Algunas
exautoridades relacionadas a la seguridad, señalan que eran los tenientes
gobernadores quienes guardaban el orden e impedían el ingreso de personas en
esta condición, pero como no existe subprefecto distrital no hay quien asuma esa
tarea.