No
pretendemos ser premonitorios pero resulta que la chuntamos. El 13 de abril
escribíamos una columna de opinión sobre la administración del alcalde de la
Municipalidad Provincial de Huamalíes, Edgar Céspedes, titulado “Limpiar el
nombre o seguir en lo mismo”. Se decidió
por lo segundo. Señalamos algunas de sus sombras. En pueblo chico, como Llata,
todos saben de qué pie cojea el señor. Esta era la ocasión, por la que suplicó
ocupar el cargo, para trascender distinguiéndose de sus antecesores con serios
chicharrones y anticuchos. Dicen que el burro con el tiempo no mejora a caballo,
decir limpiar su nombre, era como pedir peras al olmo. Así fue que a medio año
de gobierno don Edgar nos regaló una de sus perlitas, armando un escándalo y
ocupando las primeras planas con un lío de amores, pero de por medio con
algo grave, el peculado de uso que la Fiscalía investiga.
Por Yonel Rosales
Al margen de las chacotas y los
comentarios sobre lo vivido por el alcalde huamaliano, es cierto, nadie está
libre de errores. Los varones somos buenísimos para justificarnos, de hecho sus
secuaces ya se adelantaron, y hacer leña
de la pobre mujer, poniendo por delante a sus hijos y al esposo de víctima. Esto
no pasaría de ser un escándalo de infidelidad si no fuera por el presunto delito,
el uso de un vehículo de propiedad del Estado para otros fines. Resulta que
los carros nuevos sirven para trasladar amantes. Para ensuciarlos con polvos y
más se usa el dinero de los llatinos.
Si el proceso por peculado de uso va
a toda marcha y lo sentencian, el alcalde Céspedes podría no culminar sus
cuatro años de gobierno. De seguro utilizará todas las artimañas para dilatar la
marcha del juzgamiento. Con la parsimonia de la justicia pueden condenarlo tras
finalizar su gobierno y solo tendrá una mancha más en su CV, aunque los
percudidos le importan poco. Ya el 13 de abril, cuando señalábamos sus cojeras,
subrayábamos algunos de sus descaros. Como permitir cínicamente la reelección
del alcalde del centro poblado de Tazo Chico, con la complicidad del magno
concejo de Huamalíes, burlándose de las leyes y normas reeligieron a un alcalde.
Si en esa ocasión al elaborar una nota detallada sobre el caso resaltábamos que
el alcalde Edgar Céspedes se restaba autoridad, imagínense cómo queda ahora con
este escándalo. ¿Los regidores, ahora, harán algo distinto a lo que disponga el
jefe?
Su imagen queda mellada, gracias a
su propio empeño. ¿Qué lavada de cara podría limpiar esa imagen de portadas
con una fotografía propia para los delincuentes más ranqueados que la
Policía Nacional suele presentar cuando captura a los choros más choros?