Existen mitos urbanos que ni el
discurso político más elaborado puede refutarlos. Estos mitos se convierten en verdad pregonada a falta de respuesta
política de las víctimas, o, mínimamente,
no cuenta con un órgano de comunicación eficaz. Por lo general, la
responsabilidad de comunicar oportunamente, recae en las oficinas de relaciones
públicas. En el reciente periodo de gobiernos regionales y locales finalizado
el 2018; uno de los mitos fue que los
gobernadores o alcaldes no hacían obras por su incapacidad; peor aún, no hacían
obras y se tiraban la plata. Llegado el fin de estos gobernantes, se viene
la consolidación de ese mito, porque por mucho o poco que hicieron se pondrá a
la luz sus irregularidades.
A sacar los trapitos sucios de las exautoridades - Foto: Yonel Rosales |
Lee más: ¡GOLPEARÁS LA MESA!, ¡PATALEARÁS!
Por Yonel Rosales
Lo plantee en este mismo espacio.
La situación económica del país, reducido crecimiento, del que se deduce el escaso y precario empleo, es uno de los problemas
que la opinión pública cargó a los gobernadores y alcaldes que finalizaron
sus periodos el 2018. La población equipara obras = empleo, que también hubo
pocos proyectos en ejecución debido a la caída de la inversión pública y más al
fondo la inversión privada, como consecuencia del cambio de gobierno central y las
múltiples crisis nacionales.
Si en el pasado, se vivió la época de las vacas gordas, con obras como
cancha y denuncias de corrupción en igual medida, las autoridades que los
sucedieron ingresaron con el discurso del gran cambio, de lucha contra el robo. Caso Rubén
Alva contra Luis Picón en Huánuco, o nuestros vecinos de Pasco, Teódulo Quispe
contra Klever Meléndez, presidente regional que terminó preso por recibir
coima. La prédica del cambio se topó con la temporada de las vacas flacas del
que ahora intentamos salir, sin embargo, en
estos gobiernos del cambio, pese a mal tiempo, tampoco escatimaron los robos y escándalos de
corrupción.
Finalizado el gobierno de los que roban
y ni hacen obras, ahora es el afianzamiento de este discurso, mito o verdad. Es como hacer leña del árbol caído. Todo
nuevo alcalde o gobernador, acostumbra poner al descubierto los trapitos o
alfombras sucias. Revelar las irregularidades del antecesor es lo más
atinado, si no quieren cargar muertos ajenos. Pocos se salvan de anomalías, por
lo pronto ya asoman estas anomalías cubiertas mientras estaban en el poder.
La acción de limpiar la casa y sacar las cochinadas del anterior
ocupante, es oportuno en esta coyuntura de hacer frente a la corrupción. No por
gusto tenemos el “Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”. Ojalá logremos que esa gente contemplativa
con el roba pero hace obra, despierte. La
mayoría de ellos entiende que la honestidad no se come ni alimenta a sus hijos.
Por sobre todas las cosas, en un país altamente informal y de subempleo, antes que los valores está la empleabilidad,
la chamba que garantiza llevar un pan a casa. Cuando el hambre aprieta, poco
importa ser parte de la malversación de los recursos que cimientan el
desarrollo de tu pueblo, tu desarrollo. Ojalá avancemos más contra este flagelo.