EL FIN DE LOS ROBA Y NI HACEN OBRA - Desde la Torre

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jueves, 17 de enero de 2019

EL FIN DE LOS ROBA Y NI HACEN OBRA


Existen mitos urbanos que ni el discurso político más elaborado puede refutarlos. Estos mitos se convierten en verdad pregonada a falta de respuesta política de las víctimas,  o, mínimamente, no cuenta con un órgano de comunicación eficaz. Por lo general, la responsabilidad de comunicar oportunamente, recae en las oficinas de relaciones públicas. En el reciente periodo de gobiernos regionales y locales finalizado el 2018; uno de los mitos fue que los gobernadores o alcaldes no hacían obras por su incapacidad; peor aún, no hacían obras y se tiraban la plata. Llegado el fin de estos gobernantes, se viene la consolidación de ese mito, porque por mucho o poco que hicieron se pondrá a la luz sus irregularidades.

A sacar los trapitos sucios de las exautoridades - Foto: Yonel Rosales

Por Yonel Rosales

Lo plantee en este mismo espacio. La situación económica del país, reducido crecimiento, del que se deduce el escaso y precario empleo, es uno de los problemas que la opinión pública cargó a los gobernadores y alcaldes que finalizaron sus periodos el 2018. La población equipara obras = empleo, que también hubo pocos proyectos en ejecución debido a la caída de la inversión pública y más al fondo la inversión privada, como consecuencia del cambio de gobierno central y las múltiples crisis nacionales.
Si en el pasado, se vivió la época de las vacas gordas, con obras como cancha y denuncias de corrupción en igual medida, las autoridades que los sucedieron ingresaron con el discurso del gran cambio, de lucha contra el robo. Caso Rubén Alva contra Luis Picón en Huánuco, o nuestros vecinos de Pasco, Teódulo Quispe contra Klever Meléndez, presidente regional que terminó preso por recibir coima. La prédica del cambio se topó con la temporada de las vacas flacas del que ahora intentamos salir, sin embargo, en estos gobiernos del cambio, pese a mal tiempo,  tampoco escatimaron los robos y escándalos de corrupción.      


Finalizado el gobierno de los que roban y ni hacen obras, ahora es el afianzamiento de este discurso, mito o verdad. Es como hacer leña del árbol caído. Todo nuevo alcalde o gobernador, acostumbra poner al descubierto los trapitos o alfombras sucias. Revelar las irregularidades del antecesor es lo más atinado, si no quieren cargar muertos ajenos. Pocos se salvan de anomalías, por lo pronto ya asoman estas anomalías cubiertas mientras estaban en el poder.
La acción de limpiar la casa y sacar las cochinadas del anterior ocupante, es oportuno en esta coyuntura de hacer frente a la corrupción. No por gusto tenemos el “Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”. Ojalá logremos que esa gente contemplativa con el roba pero hace obra, despierte. La mayoría de ellos entiende que la honestidad no se come ni alimenta a sus hijos. Por sobre todas las cosas, en un país altamente informal y de subempleo,  antes que los valores está la empleabilidad, la chamba que garantiza llevar un pan a casa. Cuando el hambre aprieta, poco importa ser parte de la malversación de los recursos que cimientan el desarrollo de tu pueblo, tu desarrollo. Ojalá avancemos más contra este flagelo.  

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