LA MINA DEL DESASTRE - Desde la Torre

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martes, 27 de agosto de 2019

LA MINA DEL DESASTRE



La mina sigue siendo la fuente de enriquecimiento de unos pocos y el desastre para muchos, generalmente, en el ámbito  donde se explota. Comparado los daños ambientales a más personas y el enriquecimiento de unos cuantos, acrecienta la desigualdad. Pero estos temas de fondo no se discuten, sino que cada lado se encumbran en sus fortalezas de terquedad: MINA SÍ, por un lado, y MINA NO al otro extremo. En el conflicto de Tía María y otros, el presidente Martín Vizcarra, se encuentra al medio, mientras no se sabe cuándo acaban los conflictos. A su enclenque gobierno se suman los embates de los extremistas. Nadie quisiera estar en el pellejo del mandatario, cual papá que trata de armonizar a sus hijos pendencieros recibe las puyas.

La destrucción del medio ambiente del que dependemos no puede ser progreso mientras no haya reparo como pasa con Antamina - Foto: Yonel Rosales
Por Yonel Rosales

No sé ustedes. Tengo la esperanza que no se hayan cerrado en uno de los extremos. El primero, y que casi siempre avasalla, son aquellos que dicen que la mina solo es progreso y se ciegan ante los enormes daños ambientales. Los perjuicios lo cargan los más débiles, los sin voz, que no tienen un micrófono por delante desde donde sermonean diariamente sobre el crecimiento económico del país “gracias a la inversión minera”. Solo como casual caso de servicio social le dan micros y cámaras a algún niño con plomo en la sangre sentenciado a muerte. Ni hablemos, de los ríos, lagunas y tierras muertas, ellos no se quejan, por lo que solo les corresponde una mera mención con desgano, como se habrán dado cuenta en la intentona de imponer Tía María. En su extremismo, esta posición, lanzó una campañita absurda, el reto de vivir sin celular, sin la laptop con el que escribo esta columna, para ver si se puede vivir sin la minería. A esa tontería, hay que plantearles el reto de si puede vivir sin agua, sin peces o alimentos, los contaminados por la minería.
Del otro lado están los extremistas que no quieren siquiera discutir de cómo sería posible la minería. Mejorar las condiciones de explotación a favor de las mayorías. En Tía María, ni siquiera la suspensión del proyecto, los calma. Quieren sí o sí la cancelación definitiva, ni por asomo quieren dialogar al respecto, no obstante a los beneficios que podríamos obtener. Razón no les falta para la desconfianza con tremendos antecedentes. La preocupación y la oposición a la minería es la contaminación, no es un secreto, pero para los del otro bando es falso. Si esta es la razón real por lo que se dice MINA NO, deberían empezar por exigir que se eleven las sanciones por los daños ambientales, que el gobierno de Ollanta Humala bajó esos estándares. Si los del otro bando que repiten MINA SÍ, deberían coincidir en este punto, puesto que como ellos dicen “la minería moderna no contamina”, no habría que temerlo. Estas sanciones tendrían que ser drásticas, y mejorar la capacidad de fiscalización del Estado, porque de nada sirve el papel escrito si no se fiscaliza oportunamente. Este debe ser un punto de consenso sin mucha discusión por los extremos y una señal clara del Estado a favor de la protección del medio ambiente y de los hombres que viven del campo.El otro punto, de discusión más amplia, sería mejorar la recaudación a costa de la minería. 

El país tiene que tener una mayor ganancia por los minerales, porque finalmente el oro y la plata se acaba, y los desastres de los relaves nos lo cargamos como nación, pero la carga más pesada la llevan los que menos tienen. Empero, el fondo no se discute por ninguno de los extremos, ambos en el sí y el no, banalizan la discusión, con tonterías sobre quienes encabezan las posiciones, como cuando hacen mofa del video de las bodas del entercado gobernador Llica. A estas alturas de la proximidad del desastre ecológico en el mundo, que peligra la existencia del humano, ya deberíamos saber, que de nada sirve plata y oro en mano mientras no haya agua o alimentos que comprar. Si continuáramos discutiendo las alternativas, la responsabilidad social tipificada de las mineras sería la arborización de tantos cerros pelados e improductivos, sería como intentar reparar los daños ambientales. 


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