Cada tontería repetida por los
fujimoritas y apristas me pone en jaque. “¿tú y (o) yo estamos locos?”, dirimo a
veces. Desde mi locura, recuerden solo es una ocurrencia en mi temprana demencia,
concluyo que los aprofujimoristas están acostumbrados al poder aunque no lo
tengan del todo, su mundo es el realismo mágico. Una dimensión que les pertenece
solo a ellos por derecho, por eso trancan la puerta para evitar que otros
ingresen, como por ejemplo, al elevar el número de firmas para inscribir un
partido político. Nosotros los pobres mortales desconocemos ese mundo. Solo un golpe, no de Estado, nos volvería a
la realidad. A ellos o a nosotros los miopes, rojos, rojetes o comunistas que
debemos ser el 90% de peruanos que los rechaza según las encuestas.
Se podría decir que los apristas y fujimoristas viven en otro mundo - Foto: El Comercio |
Por Yonel Rosales
Demás está repetir cada pachotada
de los fujiapristas. Creo hasta su sola existencia es una majadería. Manejan un cinismo, como diríamos los fans de
los sayayíns, nivel Dios. Nada
cuenta ni suma ni ata cuando se trata de ellos, no obstante a las contundentes
pruebas como cuando blindan al fiscal Chávarry o a Hinostroza, que por esa
gracia huyó del país y ahora debemos gastar ingentes recursos para extraditarlo
de España al inefable juez. ¡Qué tienen que ver los aprofujimoristas en la
huida!, gritaría mi amigo Oscar, el parsimonioso proceso don Oscar, el debido
proceso que ustedes alegan cuando les da la gana, pero cuando expulsaron a
Kenyi (a quien no defiendo, solo es un ejemplo) del congreso lo hicieron en un
par de días. Sobran ejemplos, como la ley para Alberto Fujimori aprobada en un
2x3. La mayoría de peruanos vemos
diametralmente diferente la realidad peruana, a la visión fujiaprista, que parecen
tener el privilegio de ver con cristales de HD.
La última sinvergüencería que cualquier sujeto con los pies en la tierra,
que no pertenezca al mundo real mágico de los fujiapristas, lo rechaza; la
supuesta persecución política que sufre el santo de nuestra devoción, San Alan
García. El cruel dictador Martín Vizcarra, tras capturar todos los
poderes con el golpe de Estado anunciado por el profeta Alan, vaticinio que lo
santificó, quiere meter preso al líder de la oposición, que en la última
elección obtuvo el contundente 5% de la votación, gracias al favor asqueroso
del JNE logró pasar la valla. Ante tanta tontería, me pareció genial seguirle
la corriente como lo hizo con su jocosa crónica Carlos León Moya, “El Perútotalitario” en La Mula, se los recomiendo.
Pero dejándonos de tonterías,
porque si continuamos siguiéndole la corriente a los fujiapristas estaríamos
hechos. Necesitamos urgentemente un golpe fuerte y certero del electorado. El golpe contra estos adictos del poder que
confunden la realidad peruana con sus intereses de alcantarilla, o el golpe
sería contra nosotros mismos que no vemos las cosas como ven los visionarios fujis
y apristas. Las recientes elecciones regionales y municipales donde fueron
derrotados apenas les hizo cosquillas, ese golpe es insuficiente, el
encarcelamiento de Keiko les asustó, nada más, pero siguen conservando el poder.
Ese poder se lo tenemos que arrebatar,
que el golpe sea democrático, mediante un adelanto de elecciones o aguantarlos
hasta el 2021, falta poco, falta poco. Reducir
a la insignificancia la mayoría absoluta del aprofujimorismo que hacen lo que
les venga en gana desde el congreso o desaparecerlos va a ser el golpe, un
sopapo que ojalá los vuelva a la realidad. O el golpe sería contra
nosotros, los miopes, rojetes y comunistas, si los fujiapristas conservan su
mayoría absoluta.