Como habrán notado ya no escribo
tanto como antes. Mayormente tengo cosas
más importantes que hacer que ganarme líos con políticos. Especialmente con
algunos alcaldes que se creen reyezuelos intocables, ni con el pétalo de la
rosa. Sin embargo, los denuncio y critico, aún a costa de agresiones. Después
de un par de publicaciones en noviembre y diciembre del 2021, me encuentro,
otra vez, en trance de víctima. No faltará algún despistado que diga, ya salió
a hacerse la víctima, como ya dijeron. Pero
lo cierto es que los periodistas, tenemos como única arma de defensa seguir
publicando, denunciando, escribiendo, fotografiando, etc. Mayormente somos
tan débiles como para rebajarnos a los puñetes o patadas.
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Por Yonel Rosales
Alguna vez alguien en las redes comentó
que soy un héroe, la verdad es que no lo soy, también sé tener miedo. Hasta a
veces mis paranoias me llevan a exagerar mis prevenciones. Tras padecer agresiones
físicas por dos sucesivos alcaldes de la Municipalidad de Huamalíes, Ciro
Trinidad y esbirros de Ricardo Tello, por el “delito de periodismo”, traté de
ser menos incisivo. Aunque haya bajado mis decibeles, la solidaridad de los
colegas periodistas y de la gente me reconforta e impulsa a seguir jodiendo.
Siempre entendí que el periodismo está para joder al poder, decirle lo que no
quieren que se hable, ni se le critique. En esto me tomé en serio los dichos de
César Hildebrandt, periodismo que no
jode al poder, no es periodismo. Quien no cuestiona, no denuncia, será
cualquier cosa, menos periodista.
Los golpes de la vida, también
quizás el paso de los años, me van colocando en situación de larga y
parsimoniosa retirada. De vez en cuando temo convertirme en el decrépito Mario
Vargas Llosa, que en su juventud abrazó grandes ideales de justicia, un nuevo
mundo con principios de izquierda, de ser el defensor de la revolución cubana,
para ahora, en su vejez, ser el abanderado más prominente en contra de la
izquierda y promover a la derecha más rancia y sinvergüenza. Así, eso que
me motivaba fue bajando de nivel, encontrando justificaciones como las
agresiones físicas, amenazas, refugiándome en mi atiborrado trabajo y en: tengo
mejores cosas que hacer. Como traerle huesos en el bolsillo a mi Tirion para
solazarme con su alegría, como ver a los pollitos y la mamá gallina escarbar,
reírse cuando se corretean por un gusano. Contemplar si la alfalfa ya prendió o
si la malva ya florecerá. Todo espacio libre a leer y leer, mayormente bagatelas
que antes los mandaba al tacho. Obstinarme en descargar series, aún no termino
ver las dos últimas temporadas de The Walkinng Dead. Así, hace más de un año
llevo trancado en las últimas páginas de El Gatopardo. Son mis mejores cosas
que hacer.
Eso es más importante que andar
peleándose con alcaldes y perseguir políticos con rabo de paja. ¿Para qué?,
para algunas veces ganarme agresiones, insultos de gente ignorante, que me dice
critico por mermelero. Sin saber ni mierda de lo que habla. Pero como todos,
salgo a la calle, veo una obra paralizada, oigo el comentario de otra obra con
rajaduras, yo mismo sufro el terrible estado de la carretera. Mis ojos y oídos, mi olfato periodístico me
hace volver de mi retirada, y no me voy sin dar mis últimos aullidos.
En ese sufrir del trabajo de
autoridades incapaces, el año pasado publiqué dos notas, en video y por escrito,
sobre el pésimo estado de la carretera, ingreso y salida, del distrito Chavín de
Pariarca, a causa de una obra con irregularidades. No lo digo yo que sé poco,
sino la Contraloría. Critiqué con mesura al alcalde Hernán Romero, responsable
político del desastre. Menos mal por el verano, ahorita, es transitable. A raíz
de eso, fue urdiendo cómo perjudicarme. Para mala suerte mía, la entidad
encargada de pagar, en febrero de este año, cometió el error de pagar
incompleto a los usuarios, la carga se vino contra mi. Aunque en el siguiente
pago les entregaron lo que les debían, ya me habían insultado, ofendido y yo no
agaché la cabeza. Siempre soy así mientras la razón está a mi favor. Me
empapelaron a causa del descontento generalizado.
Ahorrando más detalles. En el
siguiente pago llamé la atención a un usuario que me hacía desorden ingresando
gente que no estaba en la cola al punto de pago. Es menester precisar, se nos
exige colas ordenadas y distancias bajo reporte de la CTVC en contra nuestra. A
ventaja mía, la llamada de atención, lo dije delante del subprefecto, no hubo
más. Pero fue la causa para el siguiente empapelamiento a través del alcalde.
Se respondió y se aclaró. Después, el viejecito este, con quien hemos andado en
moto, departido halagos, me buscó para decir que esa no era su intención, que
me estimaba mucho. Le advertí que le
estaba grabando para que luego no me acuse de más cosas, en una conversación
alturada le dije que era un hipócrita, nos dimos la mano y acordamos quedar sin
rencores.
Haberle dicho directamente, como se
dice, en su cara, fue otra causa para el nuevo empapelamiento y la victoria
pírrica del alcalde Hernán Romero. Ahora hicieron firmar un memorial en mi
contra, con engaños, haciendo creer que se trataba de otro funcionario a quien
ya habían “hecho botar” antes de la pandemia. En dicho memorial, entre otras
cosas, indican que durante varios meses
me he dedicado a difamar al pobre alcalde, al santísimo Hernán que se salvó de ser
sacado en andas por su pueblo para ser vitoreado a causa de la desastrosa obra
de desagüe, por cuya responsabilidad cientos de viajeros a Tantamayo,
Monzón, Arancay, Jircán, etc, lo sufrimos. Mientras me empapelaban estaba de
vacaciones, ni enterado. Como no había respuesta, el alcalde envió a sus
chacales a sueldo a insistir de cuándo me botaban.
Me entero del asunto, menos mal, el
primer día de labores después de vacacionar. ¿No habíamos quedado en buenos
términos con ese viejecito? Suspiré con alivio, menos mal, haber grabado al
tipo. ¿Pero por qué firmaron estas otras autoridades?, como sospeché, la mayoría unos “firma juanitos” (personas que firman
nomás, hasta su condena), lo penoso es que hasta directores de colegio se
encuentran entre los “firma juanitos”. De razón Castillo es su líder, dije otra
vez. Con una rinorrea a cuestas, los ojos lagrimosos, dolor de cabeza y tos
constante. Fui a encarar a los que pude. El
presidente de la comunidad Campesina de Chavín de Pariarca, Daniel Carrillo
Ramírez, ante mi advertencia que va a demostrarme en una querella sus calumnias,
se sorprendió. Yo recién te conozco, ni sé quién eres, ni sabía que había un
nuevo trabajador, respondió. Me contó cómo había sido la cosa y por qué iba
su firma al ladito del alcalde Hernán Romero. Me dijo: jamás defendería al
alcalde porque es otro descontento con su desastre. Me prometió rectificarse. Resultó
ser amigo de mi papá, “cómo le puedo hacer eso al hijo de mi amigo”, comentó. Al
seguir mi investigación, hasta bien entrada la noche. Llego a saber que la otra
vez hicieron lo mismo con una colega de Juntos, hicieron firmar una hoja en
blanco, las mamitas se disculparon ante la señorita llorosa, a quien habían
acusado malamente y la perjudicaron. Así, el otro me dice que no le dejaron
leer, el siguiente, que le dijeron firma nomás, no hay problema, etc. Por si
acasito, tengo las grabaciones. (Firmantes identificados: Agente del Barrio Quipran,
Barrio Zuzun Alejandro ‘…ilegible’ Rufijo, directora I.E. Febe Gonzáles Vela,
directora I.E. Zoraida Salazar Nuñez, Alcalde San Juan de Pampas, Félix Catalán
Vega, y empleados de la municipalidad: Samuel Soto Bazán, Gedeón Rojas
Echevarría y Milco Vela Ramírez).
Carta remitida por el presidente de la comunidad Daniel Carrillo, principal firmante del memorial en mi contra |
Como siempre no faltan incidentes en el trabajo, tergiversaron otros hechos y acudieron a mi jefatura para presionar. En su venganza por haberlo criticado, al alcalde le importa un pepino que haya logrado reincorporar a muchos de sus ciudadanos suspendidos, supuestamente por injusticia del otro colega a quien también no lo quería en su distrito. Lo penoso es que una señora de la plaza de Chavín, a quien yo, este pechito de ogro, le fue a brindar sus servicios y subsanar más allá de mis funciones, también se habría prestado al juego en contra mía por haber comentado de acuerdo a norma: No residir en el distrito. Ya no fui a contrastar si fue verdad, no vaya a ser que me acuse de más. Lo cierto es que el alcalde, a través de su enviado fue a insistir. Como mi trabajo me respalda. Aunque no lo crean, pese a mi cara de malo, cantidad de gente agradece mi trabajo y me tiene mucho cariño. Los esbirros llegaron a advertir a la jefatura, los chavinos le van a golpear. La jefatura se asustó y me asustaron, no por la gente, que en estos días anduve y nadie me confrontó. Mi razonable preocupación es ¿hasta dónde piensa llegar el alcalde? El documento que, supongo él redactó, pero firma en tercera persona, es claro con su amenaza cuando dice: “solicitamos su cambio inmediato del… y no llegar a extremos”, el término no llegar a extremos abarca muchas interpretaciones y es una amenaza velada. Con documento y firma del señor.
¿Todo por qué?, porque según el
alcalde y los “firma juanitos” durante varios meses me dediqué a difamarlo en
vez de trabajar, textual. Yo puedo hacer lo que me venga en gana en mis ratos
libres, mis días de descanso o mis vacaciones, pero mientras en mi trabajo
interactúo, no puedo evitar ver y oír. Llegaron a informar a mi jefatura, que por
culpa mía, en la casa del santísimo Hernán hicieron pintas terroristas con
amenazas. Que nada tengo que ver. ¿Cuáles son esas difamaciones?, no lo sé,
porque jamás el alcalde envió una carta de rectificación, pero supongo que se
refiere a estas notas, véanlo ustedes: https://cutt.ly/nLp22ha
y https://cutt.ly/YLpNlF8 y video: https://cutt.ly/GLp1B0Q. Esas notas no me toman varios meses publicar, apenas
un par de horas. Todo indica que algunos
personajes, piden el menú en la letrina y no en el restaurant. Pues si una
persona considera que se le difamó se envía una carta de rectificación y el
periodista está en la obligación de publicarla y rectificarse. Si eso no basta
para el difamado, está en todo su derecho de acudir a la justicia, a ver si
algún juez lo admite sin merituar. Pero el alcalde se fue a pedir justicia
a mi centro laboral, donde mi trabajo y mis estadísticas me respaldan. Por eso supongo,
que otros compran pan en el estercolero.
Ojalá el alcalde Romero acuda a un
abogado competente, seguro deben escasear, por eso no le explicaron que
criticar no es igual a difamar. Decirle
que Ud. es un incapaz, un pusilánime, que ni abre la boca como en la última
reunión del 7 de julio por el problema de la obra paralizada, no es lo mismo
que difamar. Ahí sí, estas “uitirando, upa no pis”. Solo recordarle el
artículo 2, inciso 4, de la Constitución Política del Perú: Toda persona tiene
derecho, “A las libertades de información, opinión, expresión y difusión del
pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio
de comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos,
bajo las responsabilidades de ley”. Si no entendió acuda a un especialista, y
no en un mediocre “chi cheñor”.
Por su puesto que yo no soy un dechado en virtudes ni un pan de Dios. Tengo la seguridad que ningún empleado se salva de quejas, si hiciéramos caso los “dice, dice” ningún trabajador público merecería estar laborando. Solo evaluando la gravedad de sus actos y con pruebas, se puede sancionar tras un debido proceso. Porque así como todos, nosotros también tenemos derechos laborales. Sin embargo, ante la gravedad de las amenazas de incluso llegar a golpes, mi jefatura se preocupa, aunque le quedó todo claro y no es que se chupe el dedo. Así que, a veces, tenemos que aceptar que el mal gana. Aceptar nuestra retirada estratégica, para que la otra vez el bien se sobreponga.