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A un adulto mayor y su hijo le hicieron creer que se ganó una camioneta, pero tenían que depositar más de nueve mil soles.
Ilusos de Jacas Grande esperaban a sus
estafadores con pachamanca y picante de cuy para agasajar a los filántropos que
le entregarían una Hilux.
Víctimas de estafa creyeron que se ganaron una camioneta y esperaban con agasajo a sus presuntos filántropos - Composición: Yonel Rosales |
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Por Yonel Rosales
Es muy probable que los estafadores
hayan soltado risotadas contagiosas cuando Wilelmo Claudio Vega, un adulto
mayor de 74 años, y su hijo Alji, en una de las tantas llamadas telefónicas de
supuesta coordinación, le revelaron la sorpresa a los supuestos filántropos que
ya estaba lista la pachamanca y el picante de cuy para agasajarlos a su llegada
con el premio, una camioneta Hilux cero kilómetros, trasladado en tráiler hasta
Vista Alegre del distrito Jacas Grande. Penosamente fue una treta de los
delincuentes para ir sacándole dinero a sus felices víctimas, que denunciaron
el hecho hace dos años en la Policía Nacional, hasta la fecha no hubo novedades
y aún se lamenta la dolorosa pérdida de sacrificados soles.
Desde entonces la salud de Wilelmo
se resquebrajó. La desilusión, la depresión y los problemas familiares con su
esposa Valeria Vidal, dueña de la gran parte del dinero depositado a los
estafadores, empeoraron su condición. Hoy, visiblemente decaído y tratando
de recuperarse, cuenta que su último vástago, un soñador que hace algunos años se
declaró maestro Shaolin e inauguró su academia, del cual queda en el recuerdo
un polveado dummies esperando ser útil para las polillas. Entonces el hijo llegó con la feliz noticia
de ser ganador de un vehículo mientras navegaba en las redes sociales. Alji,
convencido por sus estafadores, mostró las fotografías a su padre. A un inicio,
el anciano no creía la artimaña, su desconocimiento del internet y el recuerdo del
apoyo dado a sus hijos mayores, pero se lo negara al último, le pusieron contra
la pared.
Varios depósitos de este tipo realizaron los estafados |
Entonces las dos víctimas fueron convencidas y comenzaron a cumplir las exigencias. Primero les solicitaron los documentos personales, la dirección exacta a donde trasladarían la camioneta, un pago inicial para los trámites. Otro pago para los papeles de remisión, nuevo depósito para la placa, faltaba dinero para el combustible, también se requería pago para el personal que llevaría el vehículo, etc y etc. Hasta sacarles 9 mil 800 soles. Ni modo que se ganaron todo listo. Para hacerlo más creíble, los estafadores le sugirieron que les esperaran con algún agasajo para celebrar la entrega, a lo que las víctimas preguntaron si estaba bien una pachamanca, por si acaso un poco de picante de cuy, era mejor. Contrataron a una vecina para preparar los alimentos el día esperado.
La plata de la venta de algunas
viandas
“Yo, cuando un día me llaman
preguntando por su foto a las doce la noche. Ya mi corazón algo presentía”,
cuenta Valeria Vidal, la esposa de Wilelmo, que se encontraba de viaje por
sus cumpleaños en Cañete. Mientras, su esposo e hijo caían en la trampa. Ella juntó
un poco de dinero con mucho esfuerzo, vendiendo un par de toros, ofreciendo
viandas o comerciando algunas prendas de vestir. “Yo le dije, a ti no te
importó mi sacrificio. Yo cargando comida caliente, caminando lejos, así
diciendo le falté el respeto”, narra el lío que encontró al retornar a casa.
Ella, confiando en su pareja, al partir le entregó todo el pequeño capital y
este terminó desembolsando a los estafadores mediante yapeos o depósitos por
agentes.
Wilelmo Claudio contó que su hijo fue captado por los estafadores y ambos les hicieron creer que se ganó el premio - Foto: Yonel Rosales |
Airada, con la cabeza a punto de
estallarle, por tamaña pérdida económica, dinero que juntó con sudor y
lágrimas, se cerró en su habitación y estaba decidida a separarse del esposo. Además
del capital personal que tenían, padre e hijo, se hicieron préstamos de los
vecinos para cumplir las exigencias de los delincuentes. Los prestamistas
venieron a tocarle la puerta, entonces esta valiente mujer, abandonó el hogar.
No podía soportar la vergüenza de la morosidad. Se fue a la selva a trabajar
como jornalera, cosechando coca y en la cocina. Reunió un poco de dinero, pagó
alguna de las deudas, perdonó al esposo y vuelta a trabajar vendiendo comida y
produciendo en la chacra.
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La policía los detuvo en
Huancapallac
Wilelmo y Aljin, como si estuvieran
hipnotizados, hacían casi todo lo que les pedían sus timadores. Les decía falta
dinero para esto, depositaban, les pedían para esto u otro, hacían lo posible
de juntar la plata, aunque sea prestándose. Es posible que en algún momento los
ladrones se hayan compadecido de su candidez. Padre e hijo estaban tan
emocionados con la entrega del lujoso premio que vieron en fotografías, que el
día esperado bajaron de su estancia de Buena Vista al pueblo para reservar
el espacio adecuado del carro nuevecito.
Valeria Vidal, esposa de Wilelmo, juntó el poco dinero que tenían vendiendo comidas y trabajando en la chacra - Foto: Yonel Rosales |
Esperaron durante horas la llegada
del tráiler que traía el carrito bien forrado, como se entrega un regalo de
cumpleaños, algunos vecinos recuerdan la emoción e inquietud de los dos ilusos.
La pachamanca y el picante de cuy se enfriaba, se preveía la llegada para eso
de las dos de la tarde. Insistieron a los estafadores, querían más dinero. Pues,
¡qué mala suerte!, la Policía les intervino en Huancapallac y no les deja pasar
por falta de papeles del carro nuevo. Desde algún recodo de avidez, Wilelmo
reaccionó y enfrentó a los ladrones. ¿Cómo les van a detener si ustedes son una
empresa formal y la camioneta está saliendo con todos sus papeles desde Lima? No
encontraron una respuesta creíble. Los delincuentes le dijeron que depositen
para pagar a la policía o perderían la camioneta y su dinero. Ya era muy
tarde la reacción, Wilelmo los encaró, llamándoles ladrones. “Tranquilo causa”,
contestaron del otro lado. Pese a que no recibieron lo prometido, los estafados,
tenían la esperanza que les entregue el carro o el dinero, pero los
delincuentes ya ni se molestaban en contestarles, por último, hasta el número
desapareció.
A través de billeteras digitales y agentes lograron depositar lo solicitado por los estafadores |
Por esas fechas, otra maestra de
Carhuapata, también cayó en la misma treta. Según Wilelmo, ella depositó 20 mil
soles, le contó llorando su amarga estafa. Se consolaron, juraron hacer
justicia con estos delincuentes, a la fecha no se sabe nada. El dinero no crece
en los árboles, y nadie te lo va a regalar por cojudear.