EL INFIERNO SE ACERCA - Desde la Torre

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jueves, 24 de noviembre de 2016

EL INFIERNO SE ACERCA

 “La prioridad de la inversión pública también debe ser el medio ambiente”

Papas negras, maíces gringos, animales mordiendo campos pelados, ¿animales raspando la olla?, diremos en nuestro diálogo. Esa es la triste decadencia de nuestro esplendoroso verdor de la serranía con las sequías y heladas que no hay cuándo acaben. Las sequías hacen que florezca el polvo y desaparezca los pastos para los animales; las heladas, cual toque de la muerte, convierte las bellas papas florecientes en papas negras, y los choclos que iban a ser, terminan a medio crecer con las hojas amarillas, como si de la noche a la mañana hubiesen madurado a maíz gringo sin fruto. 

Heladas y cequías  en temporada de lluvias hacen suponer que se viene lo peor - Foto: YR
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“El invierno se acerca”, es el lema de la casa Stark, que repiten los habitantes del Norte en la espectacular serie Juego de Tronos, que cada que puedo veo medio o un capítulo. Los Stark repiten “el invierno se acerca”, cual mal presagio, anuncian la desgracia que está a la vuelta de la esquina. Ante las sequías en el país, sobretodo en la serranía, donde en la boca de sus habitantes ya se hace común decir, “ya parecemos la costa”; digamos que el infierno se acerca, si acaso, ya llegó. No hablemos del infierno de la biblia o del dios, que una gran mayoría usa como temor, culpa y pedir un perdón hipócrita cuantas veces hace el mal, hablemos del propio y original infierno que estamos finalizando su elaboración.
En la sociedad, casi todo se rompe por el lado más débil, la justicia se envalentona con los que no pueden defenderse. Un ladrón de celular termina pronto en la cárcel, en cambio un corrupto igual de ladrón tiene un reconocido abogado que lo defiende. Esta forma de convivencia se vive también en la naturaleza. Nuestra madre tierra también es injusta. Las sequías, heladas a quienes más perjudica son a los que menos tenemos. Miles de varones y mujeres del campo, dedicados a la agricultura o ganadería son los que más pierden con los efectos del cambio climático, muchos de estos miles apenas siembran para su consumo. Los sembríos en pleno florecimiento o capullos, se pierden, no habrá qué comer en los años siguientes. La tierra los condena a seguir sumidos en la pobreza. Otra vez la pita se rompe por el lado más débil. Los campesinos de pequeñas parcelas son los más cuidadosos con la naturaleza, sin embargo esta misma naturaleza se ensaña con ellos, cuando lo justo sería que carguen las consecuencias de sus actos los grandes países industrializados que emanan incontables volúmenes de CO2. Pese a estos padecimientos, los responsables del cambio climático siguen frescos, como si nada pasara.
Leerás esta columna, terminaré de escribirlo y todos volveremos a nuestra cotidianeidad, como si nada pasara. Quizás por ahí surja algún minúsculo lamento, pero quedará en el pesar por lo ajeno. Mientras tanto las sequías se sienten fuertes en los campos, con los lagos, lagunas y ríos desapareciéndolos. Los ríos caudalosos que de niño temía, ahora parecen mansos riachuelos en despedida, pierden su temible bravura en su andar. Claro que no te importa; como hace unas semanas vi en las redes sociales, estás concentrado en tu smartphone, rumbo al abismo, divirtiéndote con la revolución de las tecnologías de la comunicación mientras el infierno se acerca, si acaso, ya llegó.  
Oye limeñino, costeñito, habitantes de las grandes urbes desérticas que beben gracias a las aguas que en las sierras altoandinas se producen, preocúpate. Aún inviertan y construyan modernos ductos de agua para llevarse de nuestros lagos, no tendrán qué beber cuando las fuentes del líquido elemento se sequen. Quizás va siendo tarde para que las prioridades de la inversión pública se cambien. Estas establecen como prioritario educación, salud, nutrición, saneamiento; empero qué salud o nutrición  podemos perseguir si no vamos a tener agua. La conservación del medio ambiente debe ser prioridad y no complementario como lo establece la normatividad de la inversión pública. Debemos apostar por buscar soluciones, arborización dicen, represas dicen, canales de riego dicen; ¿para qué regar los cultivos si con el agua quema mejor la helada?, busquemos alternativas. Sin embargo, estamos empeñados en construir nuestra prosperidad, en nombre del desarrollo desaparecemos lagunas, talamos miles de hectáreas de bosques. Es el progreso dicen, hacemos huelgas por más aumento de sueldos para el consumismo que nos carcome. Nunca es suficiente, pese a que el infierno se acerca, si acaso, ya llegó.
Tendrías que vivir acá, tendrías que sentir lo que sufren los pobres animales, que no tienen vela en este entierro, arte ni parte del problema que construyó el humano, no obstante son los que más sufren al insistir comer en campos sin pasto. No crean que yéndonos a las ciudades estamos salvados, algo me dice que será peor ahí. Al final nadie huirá del calentamiento global. Como dice esta frase, “Cuando hayas cortado el último árbol, contaminado el último río y pescado el último pez, te darás cuenta de que el dinero no se puede comer”, comprenderás que el infierno se acerca, si acaso, ya inició.


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