¿Cómo ayudar a un niño que va por el mal
camino?, difícil tarea para sus maestros que no tuvieron mejor idea que
“expulsarlo” del colegio, pese a la prohibición de este tipo de medidas contra
un estudiante.
Tras del problema de comportamiento, se esconde
el drama de dos hermanos abandonados por mamá cuando solo tenían siete y cinco
años, como dice la mayor, porque ella se fue buscando grandezas.
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Por Yonel Rosales
Pese a que las normas del Ministerio de Educación lo prohíben, los directivos de la Institución Educativa de Jircán, decidieron separar a un estudiante de primer grado de secundaria por un largo periodo a causa de su mal comportamiento. Recién en la segunda semana de agosto le permitieron volver a las aulas al escolar de trece años que fue separado en el mes de mayo. El director de la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) Huamalíes, Jaime Santos, aseveró que no hay ninguna razón para que se expulse o el estudiante deje de ir al aula, salvo por razones de discapacidad y bajo consentimiento de sus padres.
El director de la UGEL Huamalíes, Jaime Santos, dejó en claro que por ningún motivo se puede expulsar o aislar a un estudiante - Foto: Yonel Rosales |
“Eso es imposible. Es improcedente.
Los alumnos que tienen dificultades de aprendizaje deben ser quienes tengan
mayor prioridad de los profesores, del equipo directivo, si hay
algún equipo de soporte, algún equipo de soporte. Si es JEC por ejemplo, hay
equipo de convivencia, ese joven necesita mucha atención. No pueden ser
excluidos, ni discriminados, nada por el estilo”, enfatizó el titular de la UGEL.
Refirió que el niño debe sociabilizarse en el salón, “salvo que tenga problemas
de movilidad o está en silla de ruedas, si no tiene ayuda familiar que todos
los días le traslade al colegio, a recogerlo, llevarlo y también ayudarlo para
el servicio higiénico, en esos casos extremos, con el consentimiento del
padre de familia, el director y los profesores le pueden dar atención
personalizada en su domicilio, en esos casos extremos”, precisó.
Pese a que las normas del Ministerio de Educación son explícitas, en el colegio de Jircán se omitió - Foto: Yonel Rosales |
Tras conocer el caso, Santos,
refirió que, de ser cierta la expulsión o el aislamiento del escolar, los
directivos habrían incurrido en una infracción administrativa. Para determinar
responsabilidades, investigarán el caso, dijo. Consultado por el tema, el
director de la I. E. Nº 32403 de Jircán, Luis Ortiz, reconoció que el
estudiante fue retirado del colegio pero no abandonado porque es un
“peligro” debido a que empuja a sus colegas. “Es un estudiante bastante
especial. No es un niño, talvez, normal, no. Prácticamente vive en abandono
el muchacho. No, no tiene control en la casa. Vive con su papá nomás. Y es pues
un chico un poquito peligroso para nosotros dentro de la institución. Ha
tenido muchos incidentes, ya pues, por eso tal vez hasta que quizás no pase
cosas mayores le hemos atendido en su casa nomás”, narró.
La chapa de Luis
“Qué tal tu primer día de clases (alias…)”, pregunta el tío a un chiquillo que acaba de llegar a la plaza de Jircán. Dado al apelativo tan duro para un niño de su edad, me intereso por explorar el asunto. El chico de apenas trece años, primer grado de secundaria, hace pocos días, la segunda semana de agosto, volvió a clases desde mayo. Según el tío, lo expulsaron por ser extremadamente travieso. Travesuras que lindarían con la infracción, tratándose de un menor de edad.
¿Pero cómo, los profesores
desconocen que no se puede expulsar a un estudiante?, el tío responde, el
otro día eso querían hacer con otro chico, pero su papá les amenazó con que les
denunciaría y lo volvieron a clases. Pero el papá de Luis es bien humilde,
callado, acota. La palabra expulsión me motivó a explorar la historia de este chico
terrible, que me recordaba a mi etapa colegial, donde igualmente terminaba
botado de clases por ser muy impertinente. Entonces fui tras esta historia.
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David Ortega, el papá del niño que llamaremos Luis, cuenta las carencias que padecen, como la falta de luz en la casa - Foto: Yonel Rosales |
La oscuridad en la casona
Una oscuridad solo empañada por la
tenue luz de la luna me recibe en la casa del estudiante, a quién llamaremos
Luis, que habita una casa grande de tapia con techos de teja roja, la amplitud
de la vivienda parece reflejar alguna opulencia olvidada décadas atrás y algún
proyecto trunco de revocar sus paredes. La noche me impide captar más detalles
de esta casona apartada de la capital del distrito de Jircán. Al notar la
linterna de mi celular, sale David Ortega Villanueva (48), el jefe del hogar,
que hace muchos años se quedó sin la jefa, la mano derecha que debió estar tras
y tras de los niños, ahora mismo debe estar en brazos de otro, mientras él
labra la tierra infatigablemente por los hijos.
Aún sorprendido, pregunto por la luz. Estando a poca distancia del
pueblo donde casi todos gozan de ese privilegio, esta familia no tiene lo
elemental, ni hablar de los otros servicios, que se supone son básicos. David,
cuenta que, ante su insistencia por el servicio eléctrico le respondieron
“que no podían llevárselo para él solo”. Dice que varias veces pidió apoyo a
los alcaldes, pero sin éxito.
El papá, hombre enfocado al trabajo
en el campo, de pocas palabras, un tanto quedado y de recursos escasos, desconoce
de los trámites y requisitos a seguir para tener luz como cualquier otro hogar. Todo
cuanto trabaja de sol a sol en la chacra, es para la alimentación, los útiles
escolares, la vestimenta de sus dos criaturas. Solo él, en una sociedad donde
se reclama la igualdad de género, asume todas las necesidades de manutención,
en tanto la mujer se desentiende de sus obligaciones. Mientras hablamos se oye
la voz de una jovencita desde el segundo piso. Le expreso mi observación sobre
la tremenda casona, David, aclara, les pertenece a varios herederos.
“Ella quiso riquezas, grandezas”
La jovencita, linterna en mano,
curiosa por la voz extraña baja y se une a la conversación. La llamaremos Luz,
a esta estudiante del cuarto año de secundaria. A diferencia del hermano archi,
súper, mega travieso Luis, que rehúye la conversación, Luz se explaya. Este
periodista ya se había previamente informado que Luis fue abandonado por su
madre. ¿Por qué se fue tu mamá?, le pregunto a Luz. “Se fue por unas
situaciones… bueno ella quiso riquezas,
grandezas… eso buscando se retiró de nuestro lado”, afirma.
Luz, la hermana del niño, considera que el abandono de su mamá afecta el comportamiento del estudiante - Foto: Yonel Rosales |
Cuando el niño tenía apenas entre cuatro
a cinco años y la niña siete, la mamá se mandó mudar, sin pena por qué será de
los dos niños si el padre tenía que trabajar en la chacra. “No sabíamos nada
de ella hasta hace algunos años”, recuerda Luz. Hace aproximadamente dos años,
recién le llamó la mamá para llamarles la atención porque se portaban mal.
La estudiante lo dice molesta, pues comprende que es la mamá quien debería cuidar
de ellos, pero solo les llamó para recriminarles. El colmo de la conchudez.
En Jircán, a Luis le tienen en la mira por actos indecorosos e incluso
infracciones. “Yo pienso, más que todo, le afectó lo que le abandonó la
mamá. Le dejó muy pequeño. En el primero, segundo, tercero estaba bien, se
ponía pilas. De ahí en cuarto, empezó un poco a torcerse”, comenta la hermana.
Las llaves del carro
De acuerdo a algunas fuentes del
colegio, Luis habría tomado objetos que no le pertenece, también habría hecho
tocamientos a sus colegas. En la calle, en Jircán, muchos sospechan de él. La
otra vez se desapareció la llave de un vehículo estacionado, ante la
desesperación del chofer, cuenta la vendedora culpó a Luis, quien negó
rotundamente. Utilizó una artimaña, que todo había quedado grabado en una
cámara escondida, que ahorita iban a visualizar el video para detener al
responsable, entonces Luis entregó la llave. ¿Para qué escondería la llave
del carro este chiquillo?, ¿qué utilidad le daría?, ¿acaso es un llamado de
auxilio?
Este drama, donde una mamá se larga y se desentiende de sus obligaciones, lo encontramos en el distrito Jircán - Foto: Yonel Rosales
El enorme reto de los profesionales
de la educación está precisamente en rescatar a ese estudiante. Expulsándolo
o aislándolo del centro educativo, lo que se hace es que el niño termine por aceptar
que es así, que no hay escapatoria. Ese es su destino, cuando en realidad el
chico está en la etapa clave de su proceso de formación. Evitar la
deserción escolar, es una obligación de todo colegio comprometido con su misión.
Y que este no termine como un potencial soldado de la delincuencia, pero al
aislarlo se puede conseguir precisamente eso.